jueves, 30 de abril de 2020




POEMAS, Miguel d’Ors

CARTA

A ti, que serás siempre La Ignorada,
a ti, que llegaste a quién sabe qué lugar
cuando yo acababa, ay, de salir de él,
o perdiste aquel tren, no sé cuál, que te hubiera traído
al centro de mi vida,
o estabas en un banco de algún parque
un día que yo no quise pasear entre las hojas verlenianas,
a ti,
por la chacarera de tu mirada que nunca he visto,
por ese corazón que desconozco y es como una playa de
      setiembre,
a ti, por todo lo que me habría obligado a amarte,
a ti, que me habrías amado hasta nunca,
que ahora puedes estar llorando
en la luz fría de una habitación de hotel,
o con tus hijos en el British Museum,
o ves el arco iris en una telaraña,
o piensas en mí sin saber que soy yo,
a ti, retrospectiva, condicional, perdida,
dondequiera que estés,
                                          este poema.



OCTUBRE EN LA VENTANA

Atardece la vega. Nubarrones de bronce
ponen el horizonte romántico. Difusos
encinares, cortijos, llamaradas de chopos.
Una brisa amarilla riza los olivares.

Se me va la mirada hacia el silencio
de oro. Y sin embargo el corazón
me dice que este campo no es mi campo
ni mi cielo este cielo,
que toda esa hermosura no ha nacido
de la sangre de mis antepasados…

Apoyo en la ventana pensativa
mi soledad. Contemplo
las sombras de los montes alargándose.
Son bellos esos pinos,
pero cuando los miro sólo veo
pinos: no hay nada de mi vida en ellos,
no está bajo sus copas mi infancia cristalina
jugando a federales con los primos.

Se va la tarde y yo me voy con ella
hacia la lluvia lenta de mi patria.




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