sábado, 20 de marzo de 2021

LOCIÓN  DE LENGUA,
Juan Ramón Torregrosa
 
 

 

Loción de lengua es un maravilloso ejemplo de que solo con el conocimiento más profundo de la Lengua y la Literatura se puede escribir un libro de tan alto nivel creativo. El docente y el lector curioso se deleitarán al encontrar el acierto ingenioso y emotivo en la reelaboración de algunos tópicos de la literatura; y disfrutarán con breves textos donde brillan con novedad los recursos retóricos. Juan Ramón Torregrosa, destacado escritor con una delicada obra poética, comparte un libro que revela un contagioso amor a la Lengua y la Literatura, una disciplina que contiene –en estos tiempos de tanta mudanza– el  archivo emocional  y sapiencial de la humanidad.
    Loción de lengua es un pequeño libro –bella y pulcramente editado–que resume una vida docente; un texto variado que apetece saborear lentamente, con breves tragos de lectura, sintiendo unas veces, sonriendo otras, admirando siempre la pulcritud con que está escrito.
    Estructurado en cuatro partes (Juegos de espejo, Ejercicios de retóricas, Gramaticuentos y Etopeyas, homoninias y otros artefactos verbales), entre su pedrería miscelánea, descubrimos en seguida algunos diamantes que brillan tanto por su ingenio (“Écfrasis”, “Lección de botánica”, “Misterio”) o emoción (“Cosificación”) como por el deslumbrante quehacer poético que el autor desarrolla en décimas, décimas y sonetos (“Toneso con estrambote”).
    Quienes de manera vocacional hemos acabado siendo profesores de Lengua y Literatura, podemos estar de enhorabuena al leer el libro que Juan Ramón Torregrosa ha escrito. Paso a compartir unos breves textos con los lectores igual que lo haré con mis alumnos.

Dilema paronomásico

Si no le pago la paga me pega, y si la paga le pago me la pega. Por tanto, mi apego se apaga tanto si le pago la paga como si la paga no le pago. ¿Pago o no pago? ¿Me pega o me la pega? ¡Menuda pega!

Apostrofe gastronómoico
Me chupas la sangre, me sorbes los sesos, me devoras las entrañas, me roes el corazón y quieres, encima, que coma de tu mano y beba por ti los vientos. Hace falta estómago para soportarte. Vete a freír espárragos. Ni al que asó la mantequilla se le ocurre. No te trago.

Etopeyas
Era tan miedoso y cobarde que se asustaba del cemento armado. Y, claro, lo despidieron de la obra.

Tenía risa de hiena, lengua de trapo, orejas de soplillo, nariz de gancho, ojos de besugo y dientes de conejo. Vamos, que ni hecho por encargo.

Él llevaba un tren de vida escandaloso y ella estaba como un tren. El matrimonio no tardó en descarrilar.


EDA Libros
Benalmádena, Málaga, 2020










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