NADA GRAVE, Ángel González
Cientos de páginas se han escrito
sobre la vida y la obra del poeta ovetense Ángel González. Mis brevísimas
palabras quieren dar cuenta solamente de una más de mis lecturas, algunas de
las cuales van conformando mi diario lector en marcha. Una vez leído su último poemario,
vuelven de nuevo las palabras esenciales de este poeta clave de la generación
del 50: cotidiana aproximación al hombre en su presente, cierta increencia
religiosa acorde con sus postulados políticos (“Y la noche es el sueño: al fin,
la nada”, se lee en el poema “Algunas tardes”), la amistad y unas sólidas
convicciones morales, entre otros aspectos que serían muy prolijo mencionar ahora.
Los poemas se adelgazan como se consume la existencia, claros, hondos y sin
alharacas expresivas. He aquí dos que me han gustado:
LEO POEMAS
Leo poemas al azar,
leo casi sin pensar en lo que leo.
Cundo me encuentro un verso triste,
siento en el alma como una caricia.
No es que me alivie la tristeza
ajena;
es que me siento menos solo.
LA VERDAD DE LA MENTIRA
Al lector se le llenaron de pronto
los ojos de lágrimas,
y un a voz cariñosa le susurró al
oído:
–¿Por qué lloras, si todo
en este libro es de mentira?
Y él respondió:
–Lo
sé;
pero lo que yo siento es de verdad.
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