THE ARTIST, Ludovic
Bource
RELATOS DE HUMOR, Varios Autores
No es fácil lidiar con el humor en la
literatura. Algunos, amantes de la gravedad de las cosas, lo subestiman al
considerarlo ejercicios de ocurrencias propios de escritores superficiales.
Estas palabras mías son también un poco superficiales, pero algo de verdad
tienen. Y lo cierto es que pocas experiencias hay más gratificantes que reírse
mientras leemos un libro. Recuerdo, yendo en tren de Elche a Murcia, que me
entretenía con la lectura de Wilt, de
Tom Sharpe. En un momento determinado, absorbido por una peripecia de la trama,
comencé a reír –no a sonreír– y al instante fui testigo de cómo varios
pasajeros giraron su cabezas con curiosidad. ¡Qué sensación de alegría podemos
sentir cuando la experiencia es a la inversa! Quien lo probó lo sabe.
Atrapado
en casa estos días por la lluvia y otros asuntos, comencé a leer dos antologías
de relatos que recogen “los principales” cuentos humorísticos. Si el publicado
por Vicens Vives muestra un compendio más exhaustivo, dado que recoge autores
de la literatura universal, el de Castalia se ciñe al relato español del siglo
XX.
A
quienquiera entretenerse y pasarlo bien, le recomiendo que comience por el
cuento seleccionado del Decamerón de
Giovanni Boccacio, aunque echo en falta ese que con tanto solaz leí a mis
alumnos de bachillerato titulado: “Un palafranero yace con la mujer del rey
Agiluf, de lo que Agiluf sin decir nada se apercibe; lo encuentra y le corta el
pelo; el tonsurado a todos los demás tonsura y así se salva de lo que le amenaza”.
Aunque
no se reproduce en los libros que reseño ningún pasaje del Quijote (solo figuran relatos independientes, no intercalados en
otras obras), no podemos dejar de mencionar los pasajes humorísticos del Quijote ni los del Lazarillo, libros que combinan lo grave y lo triste con momentos de
inolvidable hilaridad. Basta con recordar los consabidos cuentecillos o
facecias dispersos en la novela picaresca –mientras comen las uvas o la
longaniza– o algunos momentos jocosos de la obra cervantina –el parlamento de
Sancho con don Quijote a vueltas de la belleza de Dulcinea, y la descripción
que de esta hace su escudero, entre muchos otros–.
Influido
por el Decamerón, agradecemos leer el
relato “Un tonel de risas”, de Geoffrey Chaucer, el autor de Cuentos de Canterbury, compuesto a
finales del siglo XIV.
Entre
los cinco relatos seleccionados por José Luis Aragón para el sello de Castalia
sobresale el cuento de Francisco García Pavón: “Se relata el robo de los once
jamones, con la intervención del gran Plinio y de su ayudante don Lotario para
atrapar al ladrón”. Y es así no solo por la perfección formal, el sostenido
desarrollo de la trama y la descripción de sus conocidos personajes –Plinio,
sagaz detective manchego; y Lotario, su albéitar inseparable–, sino por el uso
tan pulcro de una lengua que aúna el léxico del mundo rural con otras palabras propias
de un registro más culto.
En
Relatos de humor (Vicens Vives),
Monserrat Amores añade al final unos microrrelatos (de Juan José Millás y Jesús
Alonso) plenos de humor. Aunque el texto de Millás excede lo que se considera
un microrrelato –el propio autor ha acuñado un “subgénero” nuevo, el
articuento–, sobresale por su humor, ironía y una situación absurda que lo
convierten en un ejemplo de originalidad.
PRIMER AVISO, Juan José Millás
El otro día, en el contestador automático de mi teléfono, una voz
angustiada había dejado el siguiente mensaje: “Mamá, soy yo, Cristina, que si
puedo cenar hoy en tu casa, sólo te llamo para eso, para saber si puedo cenar
contigo esta noche, avísame, por favor, no dejes de avisarme estaré toda la
tarde aquí, soy Cristina”.
Evidentemente, no soy la madre de Cristina, así que se quedó sin cenar
la pobre, y yo también, pues no fui capaz de freír un par de huevos conociendo
el drama de esa pobre chica. Algunas voces anónimas son como microorganismos
que te infectan el día, y no hay Frenadol que las pare.
Al día siguiente de lo de Cristina llegué a casa, le di a la tecla del
contestador y alguien dijo: “Pedro, que lo de Luis, por fin, era maligno y
encima Marisol se ha roto un brazo. A mamá no le hemos dicho nada todavía
porque con las crisis respiratorias que tiene últimamente no lo soportaría.
Nacho, por fin, va a repetir el COU”. Evidentemente, tampoco soy Pedro, no
conozco a Luis ni a Marisol, y me importa un rábano que Nacho repita el COU,
pero me amargó la vida esa acumulación de desgracias ajenas, qué quieren que
les diga. Cuando llevas dos días seguidos escuchando mensajes de este calibre,
el receptáculo donde se aloja la cinta del contestador empieza a parecerte un
nicho ecológico donde se reproducen microorganismos perjudiciales para la salud
emocional, así que desinfecté la cinta, pero al regresar del trabajo escuche:
“Miguel, es la última vez que me das un plantón porque esta misma tarde me voy a
suicidar”. Tampoco soy Miguel, pero estuve tres días con mala conciencia
buscando una muerte violenta en la sección de sucesos, y así no se puede vivir.
De manera que hoy, decidido a defenderme, he marcado al azar unos
números hasta dar con un contestador en el que he grabado el siguiente mensaje:
“Marta, que vengas en seguida porque Manolito se ha caído por el hueco de la
escalera y Ricardo se ha tragado una cuchilla de afeitar, pero no me puedo
mover de casa porque no tengo con quién dejar al bebé. Date prisa”. Ha sido un
desahogo, la verdad, me he quedado más ancho que largo. Y pienso subir el tono
si la guerra se prolonga. El que avisa no es traidor.
SIEMPRE HAY UNA DISCULPA PARA SALIR A BEBER, Jesús Alonso
Me compré una barra de bar porque
quería dejar de salir a beber por ahí. Nada más montarla, me puse a un lado de
la barra y pedí una cerveza. Fui al otro lado y pregunté: “¿Con alcohol o sin
alcohol?”. Me cambié otra vez de sitio y contesté: “¡Con alcohol, imbécil!”.
“¡Imbécil será usted!”, me respondí. “A mí nadie me trata así”, contesté, “me
voy a otro bar.” Al salir di un portazo. Y allí se quedó el otro con su mierda
de negocio.
Muchas graciss, Julián: son buenísimos 😂👍😙❤
ResponderEliminarMe alegra que te gusten. Un abrazo.
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