martes, 9 de diciembre de 2025

 




MIL COSAS, Juan Tallón

LANUNA, Pawo Choyning Dorji



A veces reconforta ver una película sencilla, sin grandes pretensiones. Pero ¿qué es una película sencilla? Para mí, la que desarrolla una historia bien contada, con personajes que no sobreactúan, sin estridencias de músicas ni efectos especiales. Vamos, algo así como escuchar en boca de un anciano un cuento interesante con visos de verdad. Lunana (2019) es una película que cuenta la historia de un joven maestro, Ugyen, que no está muy convencido de su vocación y que se muestra reacio a desplazarse al lugar más recóndito de Bután para enseñar a unos niños. Lunana es un lugar al pie de unas cumbres nevadas, donde escasean muchas cosas básicas para cualquier urbanita. Al principio Ugyen es reacio a desplazarse a Luana porque anhela cumplir el sueño de su vida: viajar a Australia para dedicarse a la canción. Pero poco a poco, irá valorando haber ido a ese lejano lugar; se sentirá feliz al descubrir las cosas importantes de la vida; agradecerá sentirse ajeno a todas las urgencias propias de cualquier joven; valorará la pausa y la posibilidad comunicativa del silencio; escuchará y será escuchado, y reconocerá que darse a los demás es la mayor satisfacción que un ser humano puede sentir. Aunque el final es previsible, sorprende.


Por otro lado, en las antípodas del mensaje de esta película, leo Mil cosas, de Juan Tallón, y descubro que es un perfecto retrato social de la vida esquizofrénica que embauca a mucha gente. Algunas personas son conscientes de sus vértigos diarios, pero otras no, pues consideran esa inercia de hacer cosas como un síntoma de eficiencia. En el fondo me parece que los personajes de esta novela desean huir y vivir en otra realidad más sosegada, lejos de esa engañosa felicidad.


El libro –mejor calificarlo como novela corta– se devora con el mismo frenesí con el que viven sus dos personajes principales (Travis, un periodista al  borde de un ataque de nervios, y Ane, una madre que trabaja en un centro de atención al cliente). Son un matrimonio que sobreviven como ratoncitos frenéticos que no pueden abandonar la rueda de la actividad, hacer para ser y para sobrevivir con trabajos absorbentes. La novela refleja muy bien a jóvenes atrapados en la vorágine de las grandes urbes, inmersos en un desvarío que los lleva a no distinguir lo superfluo de lo importante. Y en este contexto, el autor inserta pequeñas reflexiones sobre la inutilidad de muchos de los quehaceres, concebidos como inaplazables, pero que en verdad son prescindibles: “Todo es posible cuando vives sobrepasado por un millón de mails que se devoran entre sí para atraer tu atención. Ahora mismo solo tiene clara la confusión. De lo que está casi seguro es de que él no habló con nadie de la mutua. Si lo hubiese hecho, sin embargo, tampoco está seguro de que lo recordase. En la última semana ha podido atender, fácilmente, cuatrocientas llamadas de cien personas distintas, todas reclamando algo o exculpándose por, al final, no poder hacer lo que tenían pensado.”


Y luego está el humor, el disparate y una peculiar calidad narrativa basada en el ritmo y en la frase corta. En fin, un libro oportuno, con un final sorprendente e inesperado, pero sin grandes alardes literarios y con algún que otro uso mejorable en la elección de ciertas palabras. El siguiente texto da cuenta de la forma y el fondo predominantes: “Vivir se ha vuelto pesadísimo, agotador, extremadamente intenso, y un ejercicio de velocidad endiablada. La vida lo ha aplastado. Le ha caído encima, desde un noveno piso, como una lavadora”.



Título: Mil cosas

Autor: Juan Tallón

Editorial: Anagrama

Páginas: 149

Año: 2025




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