THE THEORY OF EVERYTHING,
Johánn Johánnsson
CUADERNO DE VACACIONES, Luis Alberto de Cuenca
La poesía de Luis Alberto de Cuenca es el reflejo de su poliédrica personalidad. Su obra poética se asemeja a un árbol frondoso, de cuyas ramas cuelgan poemas de diversa temática. Es un poeta proteico, que combina en un mismo libro, Cuaderno de vacaciones (Premio Nacional de Poesía 20152015), poemas livianamente “culturalistas” con otros más cercanos que recrean la infancia, la amistad, el clasicismo, y, sobre todo, el amor. Y todos ellos insertos en esa “línea clara”, que desde hace tiempo es una seña de identidad de su obra, una cualidad que valoro mucho en estos tiempos de minusvaloración de la métrica y de la emoción.
CONFESIÓN GENERAL
Llegó el momento de las confesiones
mutuas. No se miraban a los ojos.
El suelo era su único horizonte.
Cuando ella hablaba, él levantó la vista
y vio cómo surgían cosas turbias,
oscuras y secretas de su boca,
cosas que bien podrían ser envueltas
en periódicos sucios y enterradas
de noche en las arenas movedizas
que rodean la casa Usher. Luego
habló él, cuando ella interrumpió
su horrible letanía, y los papeles
se invirtieron, pues ella lo miraba
y él buscaba cobijo en el abismo.
Todo se lo contó, mientras surgían
de su garganta bichos innombrables
que cegaban los pozos y las fuentes
de su amor y abolían el futuro.
Llegó el momento de los cigarrillos,
y se miraron por primera vez
a los ojos después de tanto tiempo,
y supieron que no envejecerían
juntos, y que estarían siempre solos,
y que nunca podrían olvidarse.
LUNA LLENA
La luna se coló por mi ventana
la otra noche, y pensé que si sus luces
te enfocaran a ti, no habría cruces
ni dolor para mí por la mañana.
Contigo al lado, toda la semana
sería viernes y caer de bruces
sobre tu cuerpo, desde el que conduces
el mío adonde a ti te da la gana.
Sé buena, deja que la luna viaje
con su marfil por tu reloj de arena,
desnudo de cualquier tipo de traje.
Que pienso prepararme una gran cena
con el fulgor que de la luna baje
a acampar en tus muslos de azucena.
CLARIDAD
Los poetas más oscuros —Licofrón,
Góngora, Mallarmé— son transparentes
en el fondo, aunque cueste mucho más entenderlos
del todo que a Catulo, a Petrarca, a Verlaine.
Si amas la poesía, amas la claridad.
El objeto de la literatura
no es inventar enigmas para iniciados cursis.
Su meta es reflejar los anhelos, angustias
y emociones reales de la especie
en un espejo imaginario.
Y hacerlo de la forma más nítida posible.
SU CUERPO
Permaneció de pie junto a la puerta,
vestida solo con una toalla
ceñida al cuerpo. Me miraba como
si quisiera que yo la devorase,
y eso acabó con mi resaca: el día
no podía empezar mejor. Me dijo:
«Me gustas mucho.» «¿Hasta qué punto?», dije.
«Hasta este punto», dijo, y la toalla
cayó al suelo. Y la charla terminó.
THE TRUTH, Fernando Velázquez
LO SAGRADO, Asunción Escribano
Casi como el tronco más pequeño
del más pequeño polen
de una planta.
Como ese febril fulgor
que aviva
y sacude intenso los élitros
de las tibias luciérnagas de agosto.
Como la lluvia que golpea
cercenada
en la ventana herida y en los ojos.
Como el silencio que reclama
su tajo en la clausura.
Como hebra milagrosa que sujeta
la incandescencia del vuelo
malabar de los gorriones
y de mirlos…
Con los ojos llenos de calambres
en el celemín del tiempo,
con la mirada que se ahoga
en la materia,
lo sagrado es candil de cada día.
Canta como alondra, como eco
en el centro del murmullo
de la sangre,
la golpea en su colofón de siembra
y conecta la vida con la Vida.
Lo sagrado colma al cosmos,
derrama en sus fisuras lo intangible
como granizo de junio.
No se puede ser profeta
ya del rugido
y del relámpago,
sino sólo del arrullar de tanta luz
sobre las hojas, del íntimo
crepitar del vuelo
de un insecto
que posa sobre la piel
y sobre el alma, y
y hace tiritar de amor todo lo vivo.
Cortar en dos al mundo
y encontrar cobijado en su mundo,
en plenitud de flor, a lo sagrado
Salmos de la lluvia, Vaso Roto, 2018
LÍRICA INDUSTRIAL, Rubén Martín Díaz
Dos mundos, en apariencia contrapuestos, conviven armónicamente en este poemario, con el que su autor ha obtenido el Premio Alegría 2023. Se entrelazan versos de una contenida emoción –que reflejan experiencias vividas en un espacio íntimo, hogareño y afectivo– con otros que muestran los afanes industriales y laboriosos del mundo exterior, donde el poeta comparte ciertos motivos poéticos que dan sentido a su vida, como la luz del alba, la lluvia, la quietud de la noche, el silencio…
Organizado entres partes (“Los trabajos y los días”, “Polígono industrial” y “Vacaciones”), sorprenden algunos poemas redondos tanto por su elegante disposición como por su eficaz uso de la métrica. En la primera parte, el poema “Lo imposible” pudiera interpretarse como un intento de ahondar en la inefabilidad de la poesía; en “Pura transparencia” el poeta indaga en el poder transformador de la experiencia amorosa: “Convertida en arcilla / fuiste cuenco de mí”. También sorprende el poema en prosa “Perfecto equilibrio”, que es una delicada visión del hijo que juega feliz en su mundo: “El universo está en la pequeña canica que mi hijo empuja con sus manos por el suelo. El universo está también en mi pequeña pupila, que a su vez contempla el universo rodeado” (p. 21).
En la segunda parte prevalece la idea del humanismo y del valor de la poesía frente a la probable deshumanización que entraña el progreso. Aun a riesgo de cierto reduccionismo maniqueo, puede afirmarse que en ese contraste se da una suerte de menosprecio de la vida inerte de las máquinas, al tiempo que una alabanza del temblor humano de lo poético, conseguido con un uso del léxico muy logrado en cada de uno de sus respectivos campos semánticos. Valga como muestra el final del poema “Polígono industrial”:
Pensé que en el repique de la lluvia
contra el suelo de asfalto,
también contra el tejado de las fábricas,
lo vivo festejaba su existencia:
el triunfo natural de lo absoluto
sobre el marco impostado de los hombre.
La tercera parte, “Vacaciones”, difiere de las anteriores, pues abundan los poemas celebrativos y próximos al quehacer biográfico del autor, que reflejan instantes de plenitud vital, tal y como sucede en “Hacer memoria”, donde se constata el sentimiento de incertidumbre del autor al ser consciente de que su vocación poética pudiera considerarse una rareza en un mundo laboral aparentemente hostil. Con emotiva verdad, Rubén Martín transmite el amor hacia su hija –“Blanca duerme”– en un poema delicado, limpio, transcendido de emoción, como hiciera también con su hijo Hugo en el poema “En lo profundo de tu sueño” (Fracturas, 2016):
La escucho respirar pausadamente,
con calma –casi imperceptiblemente el aire
suspirado–, ya lejos
de toda desazón, de todo miedo.
Es tan pequeña que parece el nido
de un pájaro abrumado por la noche.
La intuyo distraída allá en su mundo,
ausente del poema, desligada
del padre que la vio nacer. Y aquí,
al otro lado de ese sueño, siento
clavarse en mí el punzón de la nostalgia
con la fuerza absoluta del amor.
En fin, un poemario diferente, emotivo, que muestra una dicotomía temática aparentemente antagónica (lo fabril y lo íntimo juntamente) con versos de una luz transcendente y de un alto vuelo poético.