L E E R
M I
B I B L I O T E C A
Al fin lo he conseguido. He ordenado mi biblioteca. La he reducido en algo más de mil volúmenes, que he considerado innecesarios para este nuevo tiempo de madurez en el que –en palabras de Unamuno– releer es más importante que leer novedades. En cualquier caso, no deseo dar la espalda a las lecturas de calidad que el azar y otros menesteres pongan en mi camino. Así es que ya no es tiempo de compartir reseñas. Durante muchos años redacté para editoriales guías didácticas de Literatura Juvenil, y también compartí otras de literatura para adultos, sin ningún afán académico, guiado tan solo por el singular susurro que percibía en cada libro.
He comprobado, mientras reorganizaba mi biblioteca, que este quehacer me ha supuesto vivir de nuevo, porque cada libro contiene el fotograma de un tiempo vivido, su porción de realidad, su propia capacidad para evocar un tiempo ya ido. Un ticket del metro de Madrid, una servilleta de una cafetería de Murcia son objetos tan poderosos como lo fueron las magdalenas para el señor Proust.
Leer, como decía mi admirado Azorín, es vivir, es ver pasar la nubes.
Cada uno tiene su intrahistoria literaria y vital, y poco importa que otros la valoren. Por eso ahora me gusta compartir fragmentos de los libros que voy leyendo, y algunos textos que por singulares razones me interpelan en este presente sucesivo en que me hallo.
Siento que me queda un tiempo extraordinario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario