sábado, 16 de diciembre de 2023

                                             





                TODAS DIRECCIONES, Inmaculada Pelegrín



¿QUÉ ME GUSTA DE ESTE LIBRO? 


Valoro el dominio de unos versos que combinan rítmicamente heptasílabos y endecasílabos, una cualidad que es una afirmación del valor de la métrica; y la valentía con la que la autora aborda temas hondos y cruciales para el hombre contemporáneo, que lucha para vivir con coherencia a pesar del dolor del pasado y del presente; me sorprende su denuncia de las injusticias, tal y como se plasma en “En el nombre del pan”, un poema que refleja la actualidad de los que sufren y buscan el paraíso del primer mundo, mientras sus vidas se tambalean como péndulos encima de una valla fronteriza (“Hay cien hombres subidos a una valla, / sentados sobre ella, encaramados. / Balancean su cuerpo adelante y atrás. / Esperan su momento. / Muchos llevan rajado el pantalón”); la meditada construcción de los poemas, tal y como sucede en el titulado “Patas arriba”, donde se plantea el paralelismo entre el desamor y la vida de una cucaracha (“Igual las cucarachas que el amor / sobreviven por largas temporadas / sin comer ni moverse. / Ambos saben mentir y hacerse el muerto”).

En suma, Todas direcciones es un libro que contiene algunos magníficos poemas, escritos con el firme propósito de denunciar y emocionar conjuntamente, y con el que Inma Pelegrín obtuvo el XXIV Premio Internacional de Poesía “Antonio Machado en Baeza”.




Hotel  Lutetia



De abril a agosto de 1945, este hotel,

convertido en un centro de acogida,

recibió la mayor parte de los supervivientes

de los campos de concentración nazis.


Inscripción de la laca situada

en la fachada del edificio.



Al llegar a París

busca el hotel Lutetia.

Sigue la fila de los moribundos.

Reconocerlos te será muy fácil;

ninguno tiene prisa,

están deshabitados

y, paso a paso, avanzan vaciándose

exactamente igual que lo haces tú.

Acuden silenciosos 

a preguntar por éste o por aquél

(la mayoría en vano)

y en el jardín de invierno,

debajo de su techo de cristal,

colocan los retratos y los nombres

de sus padres, sus hijos, sus amigos

a pesar de que ahora

son irreconocibles.


Regresar de la desesperación 

es un camino largo.


Busca el hotel Lutetia

lo mismo que uno busca hacerse viejo

(al fin y al cabo son ta semejantes),

apenas queda nadie, estás cansado,

ya no te reconoces en las fotos

y, a pesar de que cuentes

las cosas como han sido,

no puedes explicar lo que pasó.


Al llegar a París o a otro destierro

busca el Hotel Lutetia

y no pierdas la vez en esa fila

ni preguntes si fue injusto o no.


Tan sólo te dejaste

arrastrar por la inercia.

Nadie tiene la culpa

de seguir respirando.






A 107.000 km/h




En este mismo instante

son las tres menos cuarto en algún sitio,


se desprende una fruta de una rama

y tropieza en el suelo,


un fosterrier orina

junto al tubo de escape de un Suzuki,


el lápiz de un chaval garabatea

su primera palabra,


la suela de un botín

empuja, con angustia,

sobre un pedal de freno,


unas ruedas chirrían al raspar el asfalto,


una mujer se viste 

para ir a la ópera,


su hermana se desviste en un burdel,


un siamés regurgita una bola de pelo,


una gota de agua

resbala en una hoja

hasta alcanzar su ápice,


un terrorista empieza

a contar hacia atrás,

siete,

seis,

cinco,

cuatro,

tres, 

dos, uno…


el cuerpo de un anciano

se acuesta sobre su costado izquierdo,


desaparece el último

rinoceronte macho de Sumatra,


un hombre, de cabello engominado,

viola a un niño,


a alguien se le ocurre

el vocablo con el que referirse

al olor de la tierra cuando llueve,


hay buen mil mariposas preparadas

para emprender un vuelo trasatlántico,


una mano descuelga

un teléfono de baquelita,


un náufrago desiste de de nadar,

nadie lo observa hundirse,

nadie para avisarle

de que las costas son como los sueños,


el envase de unas magdalenas

acaba de sumarse a una isla de plástico,


un científico encuentra la vacuna

para una enfermedad desconocida,


unos ojos se rinden

en la primera planta

habitación quinientos treintaidós (sic)

(son saber del hallazgo),


en Uruguay descubren un tipo de felino,

lo deciden llamar yaguarundí,


un joven se enamora, una joven,

con una falta azul, deja de amar,


desde su jaula, un loro,

contempla que un suicida

se sienta en el alféizar,


según el hemisferio,

por cada flor cerrada

hay otra que se abre


mientras que en un lugar,

profundamente oscuro,

más abajo que todo lo anterior,

una veta de cuarzo se transforma

en brillant cuarcita.


Patético o glorioso.


La Tierra. se traslada en el espacio

a ciento siete mil kilómetros por hora.



Es por esto la ausencia de quietud.


Más allá de sus límites

no tenemos la más remota idea.


Hay preguntas que son absurdamente incómodas.


Mejor no investigar en los lugares

donde pudiera estar no sucediendo nada.

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