jueves, 30 de noviembre de 2023


               MAÑANA Y TARDE, Jon Fosse






¿QUÉ ME GUSTA DE ESTE LIBRO? 


Fundamentalmente las críticas elogiosas que he leído y que me han llevado a leer este peculiar libro. Aclaremos que esta obra es una parte muy pequeña de la producción de Jon Fosse (sus obras de teatro y Septalogía son, al parecer, sus obras mayores), pero la estructura, la ausencia de signos de puntuación, la inclusión del diálogo en el corpus narrativos, las reiteraciones que más que innovadoras se me antojan excesivas, son solo algunas “cualidades” de una novela cuya lectura no debiera ser urgente.


Mercedes Monmany dice en El Cultural: “En la bellísima novela ahora aparecida, Mañana y tarde (…), el mundo interior y exterior, el mágico y el real, el presente y el pasado, se mezclan sin cesar de una forma fascinante. Sin depender de una especial formación teológica o filosófica, nada más arrancar la historia vemos cómo, en el más austero y sobrio de los ambientes, las grandes cuestiones de la existencia surgen una y otra vez en las mentes de los hombres sencillos, como es el caso del pescador Olai…”.


Gonzalo Torné, en Artes y Letras, concluye su reseña así: “Pero por si algo sobresales esta breve novela, no es tanto por recrear el primer y último día de una vida ni las complicadas comunicaciones entre los vivos y los muertos, sino por atreverse a hablar de los misterios cotidianos de la existencia con un lenguaje sentido y sensible, despojado de sofisticación intelectual, las palabras de un pescador, de un hombre que Cristo hubiera podido escoger para que caminase a su lado”.


Juan Marqués escribe en THE OBJETIVE: “Esta novelita es bellísima, una fantasía entre consoladora y triste sobre cómo podría ser la transición entre la vida y la muerte y, por extensión, una parábola sublime sobre qué significa estar vivo y qué significa dejar de estarlo. Tiene todo lo que hace que viva enamorado de la literatura nórdica (personajes huraños adorables, silencio y soledad hechas palabras, un humor extrañísimo, cotidianeidad elevada a fábula, autoexigencia lingüística que no llega al experimentalismo -es decir, que no es una trampa para lectores tontos ni para jurados cobardes sino conciencia literaria y cosas importantes que decir de un modo nuevo-, poesía emboscada por todos lados, paisajes amplios y horizontes constantes -y, por ende, ausencia de angostura, de agobios...-, diálogos geniales en su desnudez o incluso en su simplicidad, una trascendencia que se diría involuntaria...) y evita todos los rasgos que a veces me fastidian de la literatura nórdica (la tendencia a retratar la violencia, sobre todo, cierta demora en la crueldad...). He dicho siempre que la literatura nórdica es como tomar un atajo: todo lo que busco en la literatura suele estar ahí desde la primera línea, desde el primer verso... Éste es un ejemplo maravilloso”.


He aquí un fragmento:


…y entonces vieron claro que Dios nuestro Señor iba a darles otro hijo y cuando ya no cabía ninguna duda, dieron gracias a Dios nuestro Señor por bendecirles con otro hijo y esta vez sería un varón, ahora nacería el pequeño Johannes, de eso Olai estaba bastante seguro, y ya habían llegado el día y el momento, solo que la cosa se alargaba y se alargaba, pensaba Olai, ante la mesa de la cocina con la cabeza entre las manos, ahora nacería un varón, eso seguro, lo que no estaba claro era si conseguiría llegar con vida a este mundo cruel, pues sí, eso era lo que se estaban jugando, pensaba Olai, pero si el niño naciera con vida, no cabría duda de cómo se llamaría, hacía ya mucho que Olai le había dicho a Marta que el niño que llevaba en el vientre se llamaría Johannes, por su padre, y ella no había puesto objeciones, porque era lo suyo, dijo Marta, que el niño se llamara Johannes como el padre de Olai, piensa Olai ¿y por qué estarán ahora tan calladas ahí en la alcoba? ¿se estará complicando la cosa?...











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