TÚ QUE
VIENES A RONDARME,
Maria Arnal
i Marcel Bagés
(Un romance actual)
LAS ISLAS
INVENTADAS,
Manuel
Jurado
DESPEDIDA
He
venido hasta aquí con las cenizas
–ay
mar de los contagios luminosos–
de
una mujer dormida sobre el cielo.
Dentro
de ella viví, fundé otras islas.
Son
cosas que suceden con frecuencia,
pero
nunca supe que un amor,
un
cuerpo amado, aunque frágil, cupiera
en
una copa de silencio.
He venido
con
unas rosas frescas, amarillas,
de
tallo largo y con espinas. Sangre
tengo
en la yemas de los dedos. Beso
su
nombre en el cristal. Pronto la espuma
la
envolverá en su nácar, se hará mar:
y
yo vendré otras tardes con rosas amarillas.
DECLARACIÓN
En
este asunto –un tanto delicado–
habrá
que ir por partes. Bien, de acuerdo:
no
soy el que esperabas. Tengo arritmia
–no
mido bien los versos–, luzco ojeras
profundas
en el alma, dessoneto,
no
plancho mis camisas y no marco
las
pausas, se me ha agudizado el asma,
herencia
del tiempo de la humedad
de
tus labios, de tu melena limpia.
Cuando
leo el periódico, no escucho
cómo
cae la lluvia, tan solemne
y
amarilla, en los pétalos jacintos.
Te
irritas cuando fumo y se derrama
la
ceniza en el suelo y pasa el gato
que,
cínico, la esparce por la sala.
Me
molestan los trajes y corbatas
que
me impones por pura preceptiva.
Nunca
he sido elegante. Soy de barrio
y
mi caligrafía es de suburbio.
Siempre
llevo islas en los bolsillos,
las
islas inventadas, luminosas,.
No
suelo colocar correctamente
un
adjetivo en una frase. Sufro
fuertes
pérdidas de tiempo escribiendo
tu
nombre una y mil veces, por castigo
y
galardón. Si he de serte sincero:
yo
te esperaba impura y enigmática.
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