SINFONÍA
EN CLAVE DE AMOR,
Ramón Alarcón Crespo
Ramón Alarcón Crespo
Es seguro que este libro no se encuentra en ninguna
librería, y más probable es que su autor tampoco aparezca en su base de datos. Y,
sin embargo, Ramón Alarcón fue un escritor, o mejor, fue un gran poeta. La
sociedad de consumo ha convertido en fungible casi todo, hasta los sentimientos
más nobles se adulteran en libros con portadas sugerentes que nada más abrirlos
se nos caen de las manos de tanta inanidad como contienen.
Ramón Alarcón fue un poeta de su tiempo
–de la transición democrática–, un hombre crítico que sabía que el éxito de un
escritor no radica tanto en la fortuna editorial como en el hallazgo íntimo de
la creación. Ramón Alarcón era un poeta que maceraba sus versos en la memoria,
que los recitaba y los compartía cuando se sentía satisfecho con su
resultado.
Les hablo hoy de Ramón Alarcón porque –fiel
a mi ritual nocturno de hojear al azar un libro de mi biblioteca poco antes de dormir–
me llamó la atención el lomo rosa de un librito. Lo saqué del estante, me
entretuve leyendo unos versos y empecé a recordar aquella tarde –siendo él ya
muy mayor– en que fuimos caminando desde la Plaça de Baix hasta su casa, cerca
de la calle Velarde: “Vente, que te voy a regalar un libro de poemas”. A su
lado, yo era un joven periodista que empezaba a considerar Elche –como también
había hecho él mucho antes– mi lugar en el mundo. Le escuchaba con respeto, con
admiración, porque me cautivaba su fuerza interior y su fe en la poesía. De
camino a su casa, me recitaba sus versos de memoria, y en cada declamación me
parecía que él iba sustanciando sus versos y eliminando toda esa hojarasca
verbal que tapiza el poema hasta alejarlo de la emoción.
Apenas crucé el umbral de su casa, esperé
de pie a que saliera con el libro. E insistió en que leyera la dedicatoria: “Para
Julián Montesinos, joven periodista y poeta, que abre sus alas hacia la región
de la fantasía, a la que sólo pueden aspirar los elegidos. El tiempo y el
espacio son tuyos. Adelante. Sinceramente. Elche, octubre de 1987”.
Su letra era inclinada, elegante y
perfectamente legible. Regresé al periódico leyendo su libro. En mi memoria la
imagen de Ramón Alarcón ha crecido mientras escribía estas líneas. Su cuerpo era
menudo, pero su ímpetu poético parecía ilimitado.
Que mi recuerdo sea el merecido homenaje hacia
un hombre que siempre fue y se sintió poeta.
ALPINISTA
DEL AMOR
Desde
tu pie, mi ojo montañero
escala
en vertical tu arquitectura
y se
duerme al llegar a la cintura
para
soñar en dos tu todo entero.
Estoy
sediento de escalada y quiero
coronar
el nivel de tu estatura
para
dejar sobre tu frente pura
un beso
de alpinista aventurero.
Colibrí
de la nieve y de la roca
quiero
libar el néctar que se anida
en el
cuenco abejero de tu boca.
Y después
descender, pausado, lento,
con
cadencia de pluma desprendida
de las
alas de un ángel en el viento.
Muchas gracias por la anécdota. No sé si conoces el Blog en el que hemos recopilado todos los poemas de Ramón Alarcón, además de algunas anécdotas y noticias. Te dejo el enlace: https://ramonalarconcrespo.wordpress.com/ y te pido permiso para hacer referencia en el mismo a este artículo. María Dolores Piñero Planelles
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras y por la iniciativa. Un cordial saludo.
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