lunes, 18 de marzo de 2019











SINFONÍA EN CLAVE DE AMOR,  
Ramón Alarcón Crespo

Es seguro que este libro no se encuentra en ninguna librería, y más probable es que su autor tampoco aparezca en su base de datos. Y, sin embargo, Ramón Alarcón fue un escritor, o mejor, fue un gran poeta. La sociedad de consumo ha convertido en fungible casi todo, hasta los sentimientos más nobles se adulteran en libros con portadas sugerentes que nada más abrirlos se nos caen de las manos de tanta inanidad como contienen.
    Ramón Alarcón fue un poeta de su tiempo –de la transición democrática–, un hombre crítico que sabía que el éxito de un escritor no radica tanto en la fortuna editorial como en el hallazgo íntimo de la creación. Ramón Alarcón era un poeta que maceraba sus versos en la memoria, que los recitaba y los compartía cuando se sentía satisfecho con su resultado.
       Les hablo hoy de Ramón Alarcón porque –fiel a mi ritual nocturno de hojear al azar un libro de mi biblioteca poco antes de dormir– me llamó la atención el lomo rosa de un librito. Lo saqué del estante, me entretuve leyendo unos versos y empecé a recordar aquella tarde –siendo él ya muy mayor– en que fuimos caminando desde la Plaça de Baix hasta su casa, cerca de la calle Velarde: “Vente, que te voy a regalar un libro de poemas”. A su lado, yo era un joven periodista que empezaba a considerar Elche –como también había hecho él mucho antes– mi lugar en el mundo. Le escuchaba con respeto, con admiración, porque me cautivaba su fuerza interior y su fe en la poesía. De camino a su casa, me recitaba sus versos de memoria, y en cada declamación me parecía que él iba sustanciando sus versos y eliminando toda esa hojarasca verbal que tapiza el poema hasta alejarlo de la emoción.
       Apenas crucé el umbral de su casa, esperé de pie a que saliera con el libro. E insistió en que leyera la dedicatoria: “Para Julián Montesinos, joven periodista y poeta, que abre sus alas hacia la región de la fantasía, a la que sólo pueden aspirar los elegidos. El tiempo y el espacio son tuyos. Adelante. Sinceramente. Elche, octubre de 1987”.
       Su letra era inclinada, elegante y perfectamente legible. Regresé al periódico leyendo su libro. En mi memoria la imagen de Ramón Alarcón ha crecido mientras escribía estas líneas. Su cuerpo era menudo, pero su ímpetu poético parecía ilimitado.
       Que mi recuerdo sea el merecido homenaje hacia un hombre que siempre fue y se sintió poeta.  

ALPINISTA DEL AMOR

Desde tu pie, mi ojo montañero
escala en vertical tu arquitectura
y se duerme al llegar a la cintura
para soñar en dos tu todo entero.

Estoy sediento de escalada y quiero
coronar el nivel de tu estatura
para dejar sobre tu frente pura
un beso de alpinista aventurero.

Colibrí de la nieve y de la roca
quiero libar el néctar que se anida
en el cuenco abejero de tu boca.

Y después descender, pausado, lento,
con cadencia de pluma desprendida
de las alas de un ángel en el viento.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por la anécdota. No sé si conoces el Blog en el que hemos recopilado todos los poemas de Ramón Alarcón, además de algunas anécdotas y noticias. Te dejo el enlace: https://ramonalarconcrespo.wordpress.com/ y te pido permiso para hacer referencia en el mismo a este artículo. María Dolores Piñero Planelles

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  2. Muchas gracias por tus palabras y por la iniciativa. Un cordial saludo.

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