AUTUMN LEAVES, Yenne
Lee
PINTARÉ UN GRAFITI EN TU CORAZÓN (fragmento),
Julián Montesinos
Cartas cruzadas
Sábado,
30 de mayo de 2009
Querido Álex, soy Guiomar, tu
amor secreto, el ojo que te observa sin cansancio, tu ángel de la guarda, en
fin, no sé... Seguro que te sorprenderá leerme en esta bitácora que ya conoce todo
el instituto. Es un atrevimiento que me dirija a ti desde aquí, desde esta pantalla
que brilla en mi habitación un poco oscura. Me lo paso muy bien cotilleando por
el blog, viendo las fotos que habéis colgado de los amigos de clase. En fin, creo
que ha sido una buena idea crear este espacio para que todos nos expresemos
libremente. ¡Cómo me gustaría poder ayudarte, estar a tu lado, como Víctor, en esos
momentos tan difíciles para ti! Por cierto, te he visto en casi todas las fotos
junto a María la guapa, y eso, como puedes suponer, no me es indiferente. Sabes
lo que siento por ti, aunque tú, la verdad, nunca has tenido el valor de
manifestar lo que sientes. Diría que me has esquivado un poco, que no estás
dispuesto a comprometerte conmigo porque yo soy una chica un poco liberal (no
sé si este adjetivo me define bien), que curso 2º de Bachillerato y que en
cuanto apruebe la Selectividad me iré a Madrid a estudiar Filosofía. Ya sé que
tú, de momento, debes apoyar a tu madre, porque ella te necesita para que
mejore tu padre. Aunque ya te lo he dicho muchas veces, te lo vuelvo a repetir:
sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras.
Te
escribo estas cosas sin importarme lo que piensen los habituales de este blog:
ayer cumplí dieciocho años y no apareciste por La Plaza. Sí, es cierto que
quedamos hace unos días en La Ruta con Víctor y Marcos, pero ayer pusiste la
excusa de que mis compañeros no eran de tu clase, y dijiste otros rollos que
ahora me duele recordar. Por eso me siento como si me hubieran clavado sin mi
consentimiento un piercing en el ombligo. En fin, lamento ser tan bruta, pero
tú, Álex, eres lo que más quiero. Sin embargo, algo me dice que no vas por la
misma vía que yo, sino por otra, eternamente paralela y sin intersección
posible.
No
pienses mal. No soy una seductora cualquiera, una frívola que está pendiente de
todos tus movimientos. No, no es eso. Bien sabes cuánto te quiero, tanto que
casi enfermo por tu intermitente indiferencia. Sí, Álex, me pondré cursi: cómo
hubiera deseado que me abrazaras y abrazarte, pero tú, tan prudente, estabas en
tu mundo y contra todo el mundo. Has vivido en tu dolor como si los demás no
tuviéramos nada de lo que quejarnos. Te escudabas en los estudios para no ver a
nadie. Y salías del instituto corriendo hacia casa para que tu madre no
estuviera nunca a solas con tu padre. Sí, siempre te veía con prisas y algo
solitario. Pero tus amigos estaban ahí, estábamos aquí, a tu lado, y nos movimos
y fuimos a la oficina de servicios sociales para buscar información y ayudarte.
Mientras tanto, preferías no coincidir conmigo.
Quizá
sea una despedida esta carta que he escrito solo para ti, para que sepas el
dolor inmenso que he sufrido durante este año de acceso a la universidad, para que
descubras que me ha sido imposible esconder mis sentimientos. Seré justa: tú
tenías demasiadas cosas en qué pensar y creo sinceramente que era difícil
hacerle en tu vida un hueco al amor. Pero quiero que sepas que por ti he pasado
noches en vela, por ti he llorado hasta no percibir el fondo de mi tristeza,
por ti he deambulado como una solitaria apenada por nuestras calles de siempre
con la única esperanza de coincidir contigo en algún lugar. Y tú, pensando en
tus problemas… Lo siento, Álex, pero tenía que decírtelo, tenía que decirte
todo lo que te quiero; y como era tan difícil coincidir contigo a solas, por
eso te escribo esta carta en el blog de Tejoqui. Yo solo sé que te quiero y sé
que me quieres, me lo has dicho sin palabras cuando me miras y sondeas la profundidad
de mis ojos, cuando tu mirada saborea mis labios... No sé si estoy destruyendo
algo, pero el amor me pide paso.
En
tu ausencia, y para soportar la tristeza de las tardes solitarias de este
invierno, yo miraba por la ventana y ponía tu nombre a la lluvia, llamaba
«Álex» a los árboles pelados del parque, nombraba «Álex» a los temazos que nos
gustan de Los 40, gritaba «Álex» para
alimentar este incipiente amor que necesita como trece veces por minuto tu mano
amiga, tus ojos sinceros y no huidizos. Una palabra tuya habría bastado para
encender mi vida en las frías clases de este instituto gigantesco, nada más que
tu voz podría traspasar los muros de la distancia que nos separa. No lo
olvides, volveré en cuanto pueda, cuando me haya matriculado en Filosofía y
haya encontrado piso para este próximo septiembre. Me alejo de ti temporalmente
y me siento rota, como un iceberg que sufre mientras se desgajan sus trozos de
hielo inertes.
Ahora
me encuentro en mi cuarto y solo oigo la fuerza del aire contra la ventana. No
sé, quizá juzgues una cursilería mis palabras sinceras, pero has de saber que
vivir a tu lado, Álex, es todo lo que necesito.
Publicado
por Guiomar, en 18:33 // 0 comentarios
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