EN LAS
ESTRELLAS, Iván Palomares
VIDAS
CALLADAS, José Mateos
No sé si sabría vivir sin leer y sin escribir ni
una línea. No sé si sabría llenar mi tiempo sin recurrir a la dulce cobertura
de las palabras. No puedo soportar que mi estado de ánimo dependa de eso: de un
buen libro por delante o de una buena frase en el ordenador. Lo que comenzó
siendo una búsqueda se ha convertido en una obsesión y casi en una profesión. Y
no sé si a estas alturas sería capaz de prescindir de esas actividades para ser
lo que soy sin ellas, sin toda la polvareda que levantan alrededor. No sé. Pero
a veces pienso que no estaría mal esa renuncia. Al menos durante unos años.
¿Qué haría? Nada. No haría nada. Absolutamente nada. No escribir en la página
en blanco para poder leer en ella. Ver crecer el silencio. Mirar, durante
horas, ese desconchón de la pared. Sin pensar. Sin sacar conclusiones. Hasta
descubrir que es, como todo, un mapa en miniatura del paraíso.
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