jueves, 31 de marzo de 2016








LA SENTENCIA, Santiago Castelo


De repente, a la vuelta de un viaje, te encuentras con un libro encima de la mesa, La sentencia, de Santiago Castelo (Visor, 2015), distinguido con el XXV Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma.  Empiezas a leerlo y continúas porque es tan transparente su mensaje que ves con mucha claridad lo que el poeta quiere decir y evocar. No te detienes, porque intuyes que se trata del testamento poético de alguien que se expresa con mucha verdad. Sabes que ese poemario no es otra cosa que una despedida del mundo. Aunque sopesas la idea de dejarlo, pues su tono no se aviene ahora con tu espíritu ilusionado, vas descubriendo que esos versos de doliente belleza están expresados con una “serenísima tristeza” carente de amargura.
Conoces al autor –hace tiempo leíste artículos suyos en ABC–, y te abandonas para disfrutar de poemas tan hermosos como “La parcela”, “Carta a Pilar Molinos en la ceguera de agosto”, “Nanín”, y estos que aquí ofrezco:


LA SENTENCIA

A Carmina González Enguita, pilar de mi quebranto


Sonó la palabra. Seca y rotunda lo mismo que un disparo.
Y todo se volvió blanco. Las paredes, los muebles, el silencio.
Fueron unos segundos que se hicieron eternos.
Mis rodillas sin nervios, mis manos desmayadas
y en la memoria toda la vida en un instante:
la niñez en el pueblo; el viaje a Madrid;
los primeros amores.
¡Qué exacta la película! ¡La memoria qué clara!
Los años de estudiante, los viajes, los besos,
la oratoria florida y el periodismo insomne.
En sólo unos segundos los libros y los versos.
Ignoro lo que dije. Se cerró la memoria
y cayó la sentencia como una guillotina
que lo arrasase todo. El mundo era distinto.


CALENDARIO

Lo malo de esta situación
­­–o lo bueno, según se mire, que todo es relativo–
es que hay que vivir al día.
Se acabaron las citas, las agendas. De pronto
nada sirve de un día para otro.
Ni tú mismo mandas. Es tu propio organismo
tu luz y tu ceguera. Nada importa que el sol
salga radiante hoy y se vista de domingo.
Hay otro calendario y otro dedo en las nubes
y has de acostumbrarte a saber que eres sombra
tú que siempre creíste en la luz del verano.


LA OTRA ORILLA

Cuando ya estás cansado
de tanta medicina,
de tanta prueba clínica,
de tan modernas técnicas
y el dolor sigue ahí
bailando entre goteras
de lo que fue tu cuerpo,
piensas si no sería
mucho mejor que bueno
dejar todo tirado,
marcharte suavemente
y desde la otra orilla
contemplar este mundo
que dejó de ser tuyo.
sin dolor ni nostalgia.




No hay comentarios:

Publicar un comentario