EL POLACO, J. M. Coetzee
J. M. Coetzee (Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 9 de febrero de 1940) recibió en 2003 el premio Nobel de Literatura. Autor muy prolífico, su producción se centra en novelas y en ensayos con abundantes referencias autobiográficas.
En su más reciente novela, El polaco (2022), muestra el itinerario vital de Witold Walczykiewicz, un pianista polaco de unos sesenta años, adusto y de modales reservados, que visita Barcelona invitado por el Círculo de Conciertos para interpretar a Chopin. Ese hecho anecdótico –y la ausencia de la anfitriona por una indisposición– hace que Beatriz deba acompañarle durante su breve estancia en la ciudad.
Nada hace prever que la relación de cordialidad que Witold mantiene con Beatriz deje en él una huella indeleble. A partir de ese momento Beatriz se convierte en la amada idealizada del pianista, quien la considera su último destino en la vida y su objeto de adoración no solo afectiva sino también sexual. Aunque Beatriz no le corresponde, el pianista polaco insiste con mensajes directos que le envía por correo electrónico. A la pregunta de Beatriz: “¿Por qué está aquí, Witold? Por favor, sea franco conmigo”. Witold le responde: “Estoy aquí por ti. No te olvido”. Beatriz consiente ese acercamiento, incluso una intimidad sexual porque cree esa “relación” se desvanecerá con el tiempo.
Narrada en tercera persona, El polaco es una novela que se lee con mucha fluidez, incluso cuando se reflexiona sobre el sentimiento amoroso. Está estructurada en seis capítulos, que, a su vez, se organizan con párrafos numerados. Sin llegar al deslumbramiento que me produjo Desgracia (1999), tiene los elementos necesarios para despertar desde el inicio el interés del lector, ávido por saber hasta qué punto Beatriz accederá a consentir el milagro amoroso que tanto anhela Witold.
Al citar Desgracia, busco en este libro pasajes subrayados que refresquen la lectura y encuentro un texto, en el que Coetzee se refería a esa peculiar interpretación unilateral del amor, que vuelve a tratar en El polaco: un hombre se siente deslumbrado por el atractivo de una mujer, se enamora, sueña con satisfacer su deseo, y tanta determinación desequilibra al personaje femenino que escucha:
“–Eres un verdadero encanto –le dice–. (…) Quédate. Pasa la noche conmigo.
Ella lo mira con fuerza sin apartar la taza de sus labios.
–¿Por qué?
–Porque debes.
–¿Por qué debo?
–¿Por qué? Porque la belleza de una mujer no le pertenece solo a ella (sic). Es parte de la riqueza que trae consigo al mundo, y su deber es compartirla”.
El pianista escribe a su Beatriz como si de un Dante contemporáneo se tratara:
“No soy poeta. Solo puedo decir que desde que te conocí mi memoria está llena de ti, de la imagen de ti. Viajo desde una ciudad a otra ciudad a otra ciudad, ese es mi trabajo, pero tú estás siempre conmigo. Me proteges. Tengo paz en mi interior. Me digo: tengo que encontrarla, ella es mi destino. Por tanto, aquí estoy. ¡Y con tanta alegría de verte!”.
Por su parte, el narrador omnisciente reflexiona:
“¿Por qué está con él? ¿Por qué lo ha traído hasta aquí? ¿Qué es lo que le resulta grato de él, si es que algo le resulta grato? Hay una respuesta: que él disfrute de estar con ella de una forma tan transparente. Cuando ella entra en una habitación la expresión de él, por lo general tan adusta, se ilumina. En la mirada que la baña hay una porción de deseo masculino, pero a fin de cuentas es una mirada de admiración, de deslumbramiento, como si él no pudiera creer en su propia suerte. A ella le da placer ofrecerse a esa mirada”.
Consciente de la importancia que tiene en la obra el sentimiento amoroso, Coetzee incluye un texto de Octavio Paz: “Amamos simultáneamente un cuerpo mortal y un alma inmortal. Si no fuera por la atracción hacia el cuerpo, el enamorado no podría amar al alma que lo anima. Para el amante el cuerpo deseado es alma”.
Al final, cierra uno las páginas de esta novela escrita con fría objetividad, con la intuición de haber leído esto mismo en otros libros y de otra manera. En concreto, y aun a riesgo de forzar la asociación, el universo temático de Coetzee me recuerda a las atmósferas sentimentales de los mejores libros de Javier Marías.
Witold y Beatriz viven un amor imposible, un amor que no se culmina, entre otras cosas, por la dificultad de los personajes para expresarse correctamente en una lengua común, debido al deficiente inglés del pianista. El amor incompleto de Witold y Beatriz difiere de otros amores, como el que sintió Dante por Beatriz o Chopin por George Sand.
Título: El polaco.
Autor: J. M. Coetzee
Editorial: El hilo de Ariadna.
Año de publicación: 2022.
Páginas: 144
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