MALASANTA, Antonio Tocornal
DIARIO DE LECTURA / 437
¿Qué decir de este catálogo de vidas rotas que Antonio Tocornal ofrece con el sugerente título de Malasanta, una obra que ha recibido el XLI Premio de Novela Felipe Trigo? Miro mis notas de lecturas y compruebo que todas insisten en lo mismo: magnífico estilo literario, alto nivel de exigencia en la selección de cada palabra, en la rítmica construcción de cada párrafo, demostración de que este autor es una maestro en la creación de personajes antihéroes que reptan por las cloacas del sistema, pero toda esta maestría está al servicio de una novela con altas dosis de brutalidad, con una recreación detallista –¿tremendista?– quizá no apta para lectores con sensibilidades diferentes. ¿Cómo recomendar esta novela –y lo hago ahora con fervor– a familiares y amigos sin advertirles de la temática, sin decirles que se aborda con descarnada crudeza la humillación y el sometimiento de mujeres, de seres que viven desposeídos de cualquier derecho?
Intentaré explicarme. Creo que hay pocos autores capaces de crear una obra con la perfección que lo hace Antonio Tocornal, pero hay que avisar al lector para que sepa que va a navegar por el inframundo del dolor (Malsanta, siendo niña, juega con un feto), por el Hades de la prostitución (conocemos los caprichos del asesino de Candela), por ríos de sadomasoquismo, por una imagen cierta de una España de acaudalados sin escrúpulos, por una realidad miserable que también exige una novela como esta. Y habrá que invitar a esos lectores a que sigan adelante, porque los prejuicios temáticos podrían privarles de una festín literario.
Ya me sorprendió gratamente este autor cuando leí Pájaros en un cielo de estaño, y resalté su excelencia en este mismo blog. Aparte de las alusiones al espacio de Las Almazaras y al nombre de Pájaros con que menciona a algún protagonista de la novela que nos ocupa, Malasanta coincide con aquella obra en la maestría que demuestra una vez más para crear personajes singulares: Baltasara del Santo Seculpro “se asperjaba a diario el bajo vientre con agua bendita” (P. 24); Malasanta descubre el sexo con Niño Truncado, un joven sin extremidades; Candela (con un DNI que lo delata como Ramón) vive atemorizada porque intuye su triste final; la extraña relación de Malasanta con Cándido Fogoso y Próspero el Polilla; y la breve y respetuosa convivencia que la protagonista mantiene con Modesto Baldío, un vendedor jubilado de prendas de mercería, que en su decrepitud aún conserva la delicadeza, tal y como se advierte cuando conoció a Malasanta una noche de lluvia: “Ella se agachó delante del asiento. Baldío no le hico preguntas; no necesitaron hablar. La mirada de terror de la mujer en fuga ya llevaba implícitas todas las respuestas, y el hombre las supo leer en la oscuridad” (p. 110).
En esta novela itinerante subyace el anhelo de libertad de unos personajes que, a pesar de sus intentos, no consiguen ser otros. Diríase que el determinismo condiciona el devenir de sus tristes vidas lastradas por carencias de afectos y valores. Tan pobres son los personajes que solo poseen algunos objetos que se convierten en símbolos presentes en toda la novela y que coadyuvan a dotarla de coherencia y unidad: el ojo de vidrio que Dámasa la Tuerta heredó tras la cogida mortal del banderillero Pincho (adviértase el detallismo y maestría con que se describe la cogida, p. 21); la recurrente presencia de la pecera (p. 78 y 110) y del pez anaranjado que simbolizan la falta de libertad de unos seres cautivos; la compañía silente del conejo, la foto de la palaroid, y otros elementos que cierran el círculo perfecto de una obra extraordinaria, que demuestra que la calidad literaria es la razón de ser de la Literatura, más allá de los temas abordados: “En los azulejos de las paredes, como en una Altamira del horror, se alternaban los grafitis de palabras soeces y cruces gamadas, con algunos pentagramas verticales pintados con los dedos en algún momento de escasez de papel de periódico” (p. 190).
Malasanta es el mejor broche posible con el que pongo punto final a un conjunto de magníficas novelas que tratan el tema de la prostitución, tales como la trepidante Infierno de neón, de J. R. Barat (premiada con el XVIII Premio de Novela Ciudad de Salamanca) y la poética novela de Miguel Sánchez Robles, Te llámate Tristeza (XXIV Premio Tiflos de Novela).
Título: Malasanta.
Autor: Antonio Tocornal.
Editorial: Fundación José Manuel Lara.
Año de publicación: 2022.
Páginas: 199.
Premio XLI Premio de Novela Felipe Trigo.
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