domingo, 19 de enero de 2020




SIDI, Arturo Pérez-Reverte




Después de dar cuenta de dos ensayos en esta bitácora de lecturas, comento ahora un libro de aventuras, una lectura obligada para los amantes de la acción, un libro que, junto con Lluvia fina de Luis Landero, la crítica ha considerado uno de los mejores de la cosecha editorial de 2019.
         Sidi es mucho más que la libre recreación que de Ruy Vivar hace el escritor Arturo Pérez-Reverte. Esta novela es una fidelísima reconstrucción de las luchas que se produjeron durante mucho tiempo en las inestables fronteras medievales. Es un preciso marco histórico para conocer los frágiles equilibrios entre las taifas musulmanas y los reinos de Castilla, Aragón y el Conde de Barcelona. Sidi también es una magnífica reconstrucción verbal, una exhibición de cómo a través de la exactitud léxica se puede aportar credibilidad a una obra, pues son relevantes los campos semánticos referidos a la caballería (arzón, belmez/velmez, almohazar un caballo, algara…), al ámbito bélico (aceifa, algara, rebenque…) y al religioso y político (rezos en latín, alfaquí, estameña…).  Sidi es asimismo la constatación de la defensa de unos valores: la lealtad de Sidi a su señor, el rey Alfonso VI de Castilla, a pesar de las desavenencias que mantiene con él por las injustas razones que le llevaron al exilio; el valor de la amistad, sobre todo de Ruy Vivar (posteriormente conocido como Sidi en tierras musulmanas) con su lugarteniente Minaya, con el rais Yaqub o el rey de Zaragoza Mutamán; el valor de ser diferente, ejemplificado en Raxida, la hermana viuda de Mutamán, una mujer atractiva que admira al Sidi y a quien desvela con sutileza su inteligencia y su afán de ser una viuda libre, algo que nos recuerda al personaje femenino de El Quijote, Marcela, quien reivindica su derecho de no amar a nadie para ser una mujer libre.
         Con Sidi Pérez-Reverte reconstruye un fresco muy creíble de la vida en las fronteras medievales. Y esta entretenida novela itinerante lo consigue con un lenguaje cuidado, con unos diálogos amenos y profundos sobre el sentido de la guerra y de la vida (léase con atención la conversación que mantiene Sidi con el rey de Zaragoza, con Raxida y con Minaya).
En suma, la vida de este Sidi difiere de la que los anónimos juglares sorianos recitaban por las plazas de los pueblos hasta que un copista, Per Abbat, la recogió por escrito para gozo de sus lectores. La novela de Pérez-Reverte se adentra sobre todo en las tensiones políticas, históricas y bélicas –descritas con mucho detallismo–, y las plasmas con tanta verosimilitud que parece exigir una versión cinematográfica. Al final, cuando se precipita la acción de los hechos, tenemos la sensación de que la vida de Ruy Vivar ha sido la propia de un mercenario, de un hombre de frontera que ha mantenido sus lealtades y que ha sido consciente de que en plena vida se pertenece a la muerte, una actitud vital en consonancia con su lema: “Que me odien, pero que me teman”.

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