miércoles, 5 de septiembre de 2018







EL ARTE DE LA FRAGILIDAD, Alessandro D’Avenia
[Cómo la poesía te puede salvar la vida]
En este ensayo, Alessandro D’Avenia reflexiona sobre la importancia de la poesía en la vida del hombre, y lo hace con dos propósitos: por un lado, escribe una carta de gratitud al poeta de Recanati, Giacomo Leopardo (en realidad es un recorrido sobre la vida y la obra de este amante de la cultura y la naturaleza); y, por otro, utiliza el magisterio intelectual de este escritor para orientar a los jóvenes que se siente perdidos en este mundo de vanas posesiones, adolescentes alejados de los valores esenciales que siguen perviviendo en la poesía. Hay reiteradas explicaciones sobre la fértil turbulencia creativa que puede llegar a ser la adolescencia: “La energía de un adolescente está llamada a crear y (…) lo que cuenta es el proceso creativo, no el éxito, como tendemos, con frecuencia, a creer” (p. 99).
      Para el autor de este ensayo, Leopardi le salvó la vida cuando a los diecisiete años asumió con determinación escuchar la llamada de su vocación: ser profesor para compartir con sus alumnos el fuego de la creación y los valores esenciales y sencillos que hacen crecer al hombre. Y esto es lo que este libro ofrece: una invitación para que cada ser humano encuentre “esas pasiones felices” que guiarán su vida y la llenarán de sentido. El itinerario biográfico y literario de Leopardo le sirve de guía. Para ello reproduce algunos de sus poemas recogidos en los Cantos, copia fragmentos de su diario Zibaldone, refiere su interés por la astronomía y la soledad, y añade algunas cartas que dirigió a Pietro Giordani, como la siguiente: “La naturaleza (…) primero te hace poeta y luego, con el enfriarse de los años, te concede la madurez y la ponderación necesarias para la prosa” (p. 33). Leopardi “nos recuerda que hay un ‘afuera’ y que está compuesto de cosas como el cielo, los árboles, los tejados, las montañas, los sonidos… el infinito que hierve en los límites” (p. 54).
     No estamos sobrados de libros en los que se defiendan los valores universales que emanan de la cultura y especialmente de la poesía. Que este libro haya sido uno de los más vendidos en Italia insufla esperanza y nos reafirma en que es necesario acercar el legado de los grandes poetas a la inmensa mayoría de lectores, fundamentalmente a esos jóvenes que están perdidos en la niebla y enfrentados al mundo con sus “pasiones infelices”. Lo realmente importante es que, aunque en algún momento el discurso pueda considerarse reiterativo y vacuo –por una manida alusión a temas comunes–, esta obra tiene el  mérito no sólo de reivindicar la figura de G. Leopardi como guía sapiencial y emocional para los jóvenes, sino sobre todo de considerar su poesía como un instrumento transformador de la juventud necesitada de nobles valores: la pasión, la fe en la naturaleza, la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad, de un sentido en el mundo, etc. Por eso reivindica el taller de poesía para que los jóvenes redescubran el asombro y sean capaces de ver más allá de la realidad aparente, porque en el fondo vivir, vienen a decirnos el autor, es luchar por defender la belleza de las cosas frágiles.
      A continuación reproduzco algunas citas que he subrayado  durante mi lectura:
“De la lectura de un trozo de auténtica poesía, ya sea en verso o en prosa, se puede decir lo mismo que decía Sterne de una sonrisa: que añade un hilo al brevísimo tejido de nuestra vida” (p. 9. G. Leopardi, Zibaldone).
“¿Adónde tiende este vagar mío, tan breve?” (p. 9. G. Leopardi, Cantos).
“La mayor felicidad posible para un hombre, en este mundo, se produce cuando él vive serenamente su condición, con la esperanza calma y segura de que el futuro será mejor” (p. 37. G. Leopardi, Zibaldone).
“Solo se mantienen vivos hasta la hora de su muerte aquellos que han seguido siendo niños toda su vida” (p. 60. G. Leopardi, Carta a Pietro Giordani).
“Yo tengo esperanza cada vez que el perfil de una montaña se recorta nítidamente contra el cielo y todas las veces en que una sonrisa ilumina un rostro, transformando sus rasgos” (Alessandro D’Avenia, p. 64) .

      Este es quizá el poema más conocido de Leopardi. Parece decirnos que no puede existir el infinito sin el seto, como no puede existir el seto sin el infinito…

Canto XII. El infinito, Giacomo Leopardi (1798-1837)

Siempre caro me fue este yermo collado
y este seto que priva a la mirada
de tanto espacio del último horizonte.
Mas sentado, contemplando, imagino
más allá de él espacios sin fin,
y sobrehumanos silencios; y una quietud hondísima
me oculta el pensamiento.
Tanta que casi el corazón se espanta.
Y como oigo expirar el viento en la espesura
voy comparando ese infinito silencio
con esta voz: y pienso en lo eterno,
y en las estaciones muertas, y en la presente viva,
y en su música. Así que en esta
inmensidad se anega el pensamiento:
y naufragar es dulce en este mar.

Traducción de Antonio Colinas

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