lunes, 12 de septiembre de 2016






LAS INVIERNAS, Cristina Sánchez-Andrade

A veces, en los periódicos leemos alguna recomendación literaria, luego otra persona nos habla de un libro que por extrañas razones le dejó una grata huella, y entonces decidimos leerlo no vaya ser que nos perdamos algo. Algo así me sucedió cuando decidí leer esta novela de una autora para mí desconocida.
Lo primero que sorprende es que nos adentramos en un microcosmos rural, en un pueblo gallego (Tierra de Chá), adonde deciden regresar después de una largo exilio en Inglaterra, las protagonistas de la novela: las hermanas Saladina y Dolores, a quienes se las conocen como las Inviernas.
Este apodo da título a una obra que es mucho más que una novela rural; también es una novela de personajes que guardan un secreto; es una narración bellamente escrita que no sé por qué me ha recordado esas lecturas tan limpias y primeras de Volvoreta (Wenceslao Fernández Flórez) y de Los gozos y los días (Gonzalo Torrente Ballester), novelas que fueron perfilando mi querencia hacia la tierra y la cultura gallegas.
En Tierra de Chá, un pequeño pueblo con forma de raspa de pescado, se sitúa la acción de esta obra. Rodeado de una fraga, la naturaleza y el peso de las tradiciones le confieren un halo mágico.
Pero es sobre todo una novela de personajes sabiamente trazados: don Reinaldo, el abuelo de las Inviernas, un curandero (“arresponsador”, por su capacidad de escuchar a los enfermos) que compraba los cerebros de sus vecinos; don Rosendo, el maestro que enseñaba a los niños sencillamente porque quería seguir aprendiendo, un hombre amante de la poesía, sometido los últimos años de su vida a la tiranía de la Viuda de Meis, con quien nunca tuvo encuentro carnal, por el temor que sentía de que su difunto marido tuviera conocimiento de semejante desliz; Tiernoamor, un peculiar dentista que acostumbra a robar las piezas dentales de todos los fallecidos, además de ser un mariquita que se disfraza de mujer. Pero si hay dos personajes sobre los que gira la obra estos son Saladina y Dolores: la primera, con sus rarezas, se enamora ingenuamente de Tiernoamor y finalmente muere de cáncer; de Dolores, el asesinato de su marido la persigue tanto como su deseo de acudir a un castin para ser seleccionada como doble de Ava Gardner. Aunque anhelan vivir sus propias vidas, las hermanas Saladina y Dolores acaban siempre estando juntas: “Cuando menos hablen, mejor; las palabras enredan, confunden, engañan y no las necesitan para sentir. Están a gusto, y el mero hecho de estar juntas, de estar solas, de compartir la situación, una sopa, el anís, las hace sentir bien. No esperan más y no desean mas”.
Las protagonistas de esta buena novela literaria saben que a sus vidas quizá le queden pocos inviernos. Y aun así deciden volver a sus orígenes, a la sempiterna llamada de la tierra.  

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