sábado, 16 de abril de 2016









UN LUGAR DE PASO, Josune Intxauspe

Si me esfuerzo, aún soy capaz de recordar lo que más me gustó de la primera novela de Josune Intxauspe, El color del tiempo (Ediciones Gollarín, 2007). Sin duda fue su ritmo narrativo y una personal sabiduría para contar con pulso firme las peripecias de unos personas creíbles, rasgos que en esta novela que ahora comentamos la autora exhibe de nuevo para perfilar un mosaico de vidas en construcción. Conocemos la figura claroscura del escritor Enrique Orés, un hombre que huye de su pasado de escasez e introversión, que maneja su vida personal con escasa pericia, pero que es capaz de triunfar como escritor. Sobre él gravitan los restantes personajes, reunidos en torno a una anécdota argumental mínima: Orés debe pronunciar un discurso con motivo de la inauguración de un centro cultural en lo que antaño había sido la estación ferroviaria de Siaro:
En un estación tienen lugar los movimientos esenciales de la vida, los más primarios: llegar y partir, y otro, que en realidad es el no movimiento, la espera, anhelante o resignada. En una estación se da el comienzo, el arranque, el primer paso del viaje, de la partida, o el último, que es a la vez el inicio del regreso. En la estación la vida se abre, y se cierra para abrirse de nuevo, en un viaje perpetuo, sin fin (p. 288).
  Y Enrique Orés concluye el discurso con unas palabras que son una reafirmación de los vínculos afectivos entre él y sus familiares y amigos:
Soy el hijo de Ramón Orés y Carmen Gómez de Cifuentes, el hermano pequeño de Lourdes Orés, el amigo de Arturo Robledo, de Delia Galán y de Marcelo Yagüe, el marido de Jana Quiroga. Soy escritor, soy Enrique Orés. Siaro es mi ciudad, en este maravilloso lugar estuvo mi principio, aquella tarde en que se conocieron mis padres, y vuelve a estar hoy, esta noche, no podéis imaginaros de qué modo…
Doy gracias por ello de todo corazón (p. 292).
     Este es el anzuelo argumental que la autora lanza para indagar en la vida de unos personajes que bucean por su pasado con el fin de comprender mejor el devenir de sus respectivas vidas, en lo que acaba siendo un ajuste de cuentas. 
Desde un punto de vista temático, en Un lugar de paso (Editorial Círculo Rojo, 2015) tiene mucha importancia la literatura como tema clave, pues hay abundantes reflexiones sobre el sentido de la escritura y sobre la necesidad de controlar la ambición de ser escritor. Arturo y Marcelo, amigos de infancia de Enrique Orés, son quienes alientan su vocación y sufragan los gastos de la edición de su primera novela. Y más tarde aparece el personaje de Marta, una joven profesora de Literatura que anhela un encuentro con Enrique Orés para charlar sobre sus obras y expresarle que también ella alimenta en secreto su vocación de escritora. Orés le dice a Marta:
Ellos están al otro lado y fantasean con el nuestro. Nos consideran seres privilegiados, extraordinarios, porque poseemos el talento con el que probablemente a ellos les hubiera gustado nacer. Y se sienten afortunados por estar cerca de nosotros, por acompañarnos en la aventura de crear, y están dispuestos a perdonarnos todo, ya se sabe…, los artistas, gente diferente. Nos lo perdonan todo…(p.256)
     También Jana, la esposa de Orés, expresa en su diario una visión descarnada y veraz de la vida. Jana y su mundo vital, un personaje libre que elige su futuro, que es feliz con la filosofía y con la práctica de los masajes, una mujer que en su trabajo de masajista es capaz de sentir al otro en cuanto pone sus manos sobre la piel, una mujer lúcida que también ha leído La tregua de Benedetti y coincide con el autor uruguayo en el error que supone aceptar la teoría de la postergación, es decir, en la inutilidad de aplazar aquello que realmente nos gusta y nos hace felices. La autora lo expresa así:
No hay que postergar lo que uno quiere hacer con su vida, aunque resulte chocante o parezca un error. La vida pasa rápido, se te va, y tú sigues mirando la corriente sin zambullirte en ella. Y el peligro es llegar cerca del final y lamentarte de un haber cumplido tus planes (pp. 150-151).
     Con esta misma idea comulga también el narrador omnisciente que va contando en tercera persona muchas situaciones:
Nadie puede ser más de lo que es, así de sencillo, ni ser alguien diferente. Este es el trato que ofrece la vida: vive dentro de ti, con lo que eres, vive siendo tú sin pretender ser otro, y sé feliz así (p. 307).
     Pero no es la recreación del valor de la literatura y de la escritura el único tema de esta novela. Sobresalen otros temas como el amor más profundo y descarnado (ese amor-traición-pasión entre Delia y Orés), el cariño sin límites entre Marcelo y la hija discapacitada de Arturo y Delia, y la generosidad de Diego para ayudar a los enfermos terminales.
     Hay un aspecto relacionado con los personajes que no quisiera pasar por alto. No sé si yerro, pero es evidente que la autora trata a sus criaturas con suma delicadeza. Sus personajes son seres humanos creíbles, que siempre actúan guiados por nobles propósitos. El discurso final de Orés es un acto de contrición, que sirve para apaciguar y hasta erradicar antiguos malentendidos; la generosidad de Arturo y Marcelo también es loable; la capacidad de Jana para comprender a su marido es encomiable, como emocionante es la resiliencia de Diego tras la muerte de su esposa para  redescubrir el amor aletargado junto a Amelia. Diría que los personajes parecen sometidos a la visión moral de la autora, que sin ser moralista guía por la senda de la bondad los comportamientos de sus criaturas. Tal vez sea porque, como dice la autora, todas las vidas de sus personajes están sujetas por el amor y por eso viven en tierra firme.
     Los referentes culturales, ya sean librescos, musicales o cinematográficos, tienen que ver mucho con la educación sentimental de la autora, en tanto que se aluden a artistas y creadores que tuvieron su apogeo en las postrimerías de la transición política de finales del siglo pasado.
    Desde la más alta exigencia literaria, Josune Intxauspe nos ofrece una  novela literaria muy bien escrita. Literaria por la sabiduría con la que maneja el diario, la narración omnisciente, los escasos diálogos, las cartas que se insertan al final, el emotivo discurso de Orés… Y alta literatura también por las peripecias temáticas de unos personajes que hablan del amor, del valor de la literatura y de la vocación, del paso del tiempo que se lleva la vida con demasiada rapidez, y del sexo como entrega y vía de conocimiento mutuo (deténgase el lector en la lectura de estas páginas, 133-138). Y baste este ejemplo para confirmar lo que digo:
Esta noche hemos dormido juntos y, al amanecer, ¡qué sorpresa!, todo lo demás. Vamos a mejorarlo, no tengo dudas, pero el estreno ha sido prometedor, más que aceptable. Qué buena memoria tiene el cuerpo, qué poco estorban las arrugas cuando se trata de ternura y placer. Pura gratitud entre mis piernas cuando ella se ha sentado sobre mí, abierta y tibia, sin prisa, caliente un poco después, y después de otro poco, feliz, moviéndose suave, como si la sostuviera una ola lenta y perezosa. Hermosos sus pechos de mujer hermosa, lánguidos, precipitados hacia mí, estirándose hacia el hueco de mis manos, blandos como una duna. Creciente gratitud entre mis piernas, rotundo eco de un vigor resucitado que aún resuena, horas después, en mi pulso. Al final, muy quietos, los ojos cerrados, piel con piel, bendita humedad, silencio, pura gratitud, alegría, vida (p.363).
     Acabada la lectura de esta novela, he releído algunas páginas anotadas de su primera obra, El color del tiempo. Saboreo un párrafo allí, me detengo en alguna cita subrayada y concluyo que Josune Intxauspe ha conseguido con Un lugar de paso levantar un nuevo y sólido monumento literario. Creo que la autora debe sentirse satisfecha porque su vocación literaria sigue tan intacta y henchida como la sus personajes queridos, Orés y Marta. Por lo dicho y por tantas cuestiones que no tienen cabida en este comentario ligero, esta novela, a pesar de su título, no puede ser un lugar de paso, sino un lugar para perderse, o mejor, para encontrarse uno mismo y reflexionar con serenidad y alegría por todo lo logrado. Porque tengo claro que esta novela es fruto de un esfuerzo muy exigente, mi enhorabuena a la autora y mi encarecimiento a los lectores para que se enriquezcan sin demora con su lectura.


Julián Montesinos Ruiz.

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