martes, 16 de febrero de 2016






LA HUELLA DE ELSA AGUIAR

Ayer estuve buscando su correo infructuosamente. Abrí cajones para localizar alguna tarjeta suya, pero no tuve éxito. Decidí entrar en Google y escribir su nombre. Siento que el buscador empieza a ser un obituario virtual, un espacio que nos informa de la muerte de las personas que en algún momento empezamos a echar de menos. Al poco, leí incrédulo: “Homenaje a Elsa Aguiar”. La funesta sospecha se confirmó enseguida: Elsa Aguiar se marchó definitivamente en mayo del pasado año.
La conocí en 2004. Fui a verla a Madrid porque ella me llamó y me propuso colaborar con la editorial SM en la elaboración de un plan lector que acabó llamándose "Leer para crecer". ¿Cómo se había enterado ella de que en el sureste vivía un hombre como yo que acababa de leer una tesis sobre literatura juvenil? Recibí su llamada con una inmensa alegría y al momento concertamos una cita. Elsa me recibió en la sede que la editorial SM tiene en Boadilla del Monte (Madrid). Recuerdo ahora el momento: una mujer joven, sobre los treinta y pocos, alegre, de una amabilidad exquisita, con una forma de tratar tan elegante que me hizo sentir especialmente bien. Me enseñó algunos departamentos de la editorial, me presentó al director de entonces, Javier Cortés, y a algunos compañeros y compañeros (recuerdo ahora a la escritora Marinella Terzi). Luego regresé a Elche, mi ciudad, dispuesto a poner lo mejor de mí en ese trabajo. Hablé con ella muchas veces por teléfono y nos cruzamos muchos correos, pues era mucho nuestro empeño en hacer bien el trabajo.
Y ahora, mientras redacto esta nota, después de contarle a mi hijo quién fue Elsa Aguiar, admito que esa mujer contribuyó también a que se consolidara mi reivindicación de la necesidad de la lectura y de la literatura juvenil en el ámbito educativo.
Sé que hay huellas que no se pueden borrar y sé también que mi agradecimiento a su persona no puede ser tardío.
Os dejo el enlace para que descarguéis legalmente el libro homenaje editado por SM, en el que se recogen sus opiniones sobre el mundo de la edición y otros muchos asuntos:
http://www.grupo-sm.com/noticias-sm/noticia/sm-publica-editar-en-voz-alta-un-homenaje-editora-elsa-aguiar

Extraigo del libro el siguiente texto:

Aquel 27 de febrero, Santiago de Chile brillaba bajo el sol
de su verano y nosotros, en el CILELIJ, vivíamos nuestra
segunda jornada de actividades llenos de euforia y buen
rollo. Algo mágico flotaba en el ambiente.
Fue a mediodía, al salir del salón donde celebrábamos
las intervenciones, cuando Elsa y yo echamos a caminar
juntos y, sin más, me cogió de la mano. Como dos críos.
O dos adolescentes.
Tanta inocencia...
Lejos de España, lo mismo que en Madrid o en Barcelona,
el autor y su editora eran mucho más que eso. Eran amigos.
Caminamos un buen rato, en silencio. O hablando, ya no
lo recuerdo. Dos personas cogidas de la mano pueden
transmitirse un sinfín de emociones. Compartimos el
momento y nos dejamos llevar por calles abiertas al sol,
como deberían ser todas las calles de todas las ciudades
del mundo.
Elsa era así. Espontánea, libre, siempre abierta a soltarte
un directo lleno de ternura o reír. Sobre todo, reír.
Aquel paseo fue inolvidable precisamente porque a las
pocas horas pudimos haber muerto en el terremoto escala
8,8 que sacudió Santiago. Hubiera sido el último
recuerdo feliz.
Sobrevivimos y celebramos la vida.
De haber muerto, igual hubiéramos subido al cielo cogidos
de la mano. O me habría rescatado con la suya, en el
caso de haberme ido directo al infierno.
Sí, Elsa era así.


Jordi Sierra i Fabra (escritor)

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