LA HUELLA DE ELSA AGUIAR
Ayer estuve
buscando su correo infructuosamente. Abrí cajones para localizar alguna tarjeta
suya, pero no tuve éxito. Decidí entrar en Google y escribir su nombre. Siento
que el buscador empieza a ser un obituario virtual, un espacio que nos
informa de la muerte de las personas que en algún momento empezamos a echar de
menos. Al poco, leí incrédulo: “Homenaje a Elsa Aguiar”. La funesta sospecha se
confirmó enseguida: Elsa Aguiar se marchó definitivamente en mayo del pasado
año.
La conocí en 2004. Fui a verla a Madrid porque
ella me llamó y me propuso colaborar con la editorial SM en la elaboración de
un plan lector que acabó llamándose "Leer para crecer". ¿Cómo se
había enterado ella de que en el sureste vivía un hombre como yo que acababa de
leer una tesis sobre literatura juvenil? Recibí su llamada con una inmensa
alegría y al momento concertamos una cita. Elsa me recibió en la sede que la
editorial SM tiene en Boadilla del Monte (Madrid). Recuerdo ahora el momento:
una mujer joven, sobre los treinta y pocos, alegre, de una amabilidad
exquisita, con una forma de tratar tan elegante que me hizo sentir
especialmente bien. Me enseñó algunos departamentos de la editorial, me
presentó al director de entonces, Javier Cortés, y a algunos compañeros y
compañeros (recuerdo ahora a la escritora Marinella Terzi). Luego regresé a
Elche, mi ciudad, dispuesto a poner lo mejor de mí en ese trabajo. Hablé con
ella muchas veces por teléfono y nos cruzamos muchos correos, pues era mucho
nuestro empeño en hacer bien el trabajo.
Y ahora, mientras redacto esta nota, después
de contarle a mi hijo quién fue Elsa Aguiar, admito que esa mujer contribuyó
también a que se consolidara mi reivindicación de la necesidad de la lectura y
de la literatura juvenil en el ámbito educativo.
Sé que hay huellas que no se pueden borrar y sé
también que mi agradecimiento a su persona no puede ser tardío.
Os dejo el enlace para que descarguéis legalmente el libro
homenaje editado por SM, en el que se recogen sus opiniones sobre el mundo de la
edición y otros muchos asuntos:
http://www.grupo-sm.com/noticias-sm/noticia/sm-publica-editar-en-voz-alta-un-homenaje-editora-elsa-aguiar
Extraigo del libro el siguiente texto:
Aquel 27
de febrero, Santiago de Chile brillaba bajo el sol
de su
verano y nosotros, en el CILELIJ, vivíamos nuestra
segunda
jornada de actividades llenos de euforia y buen
rollo.
Algo mágico flotaba en el ambiente.
Fue a
mediodía, al salir del salón donde celebrábamos
las
intervenciones, cuando Elsa y yo echamos a caminar
juntos y,
sin más, me cogió de la mano. Como dos críos.
O dos
adolescentes.
Tanta
inocencia...
Lejos de
España, lo mismo que en Madrid o en Barcelona,
el autor y
su editora eran mucho más que eso. Eran amigos.
Caminamos
un buen rato, en silencio. O hablando, ya no
lo
recuerdo. Dos personas cogidas de la mano pueden
transmitirse
un sinfín de emociones. Compartimos el
momento y
nos dejamos llevar por calles abiertas al sol,
como deberían
ser todas las calles de todas las ciudades
del mundo.
Elsa era así.
Espontánea, libre, siempre abierta a soltarte
un directo
lleno de ternura o reír. Sobre todo, reír.
Aquel
paseo fue inolvidable precisamente porque a las
pocas
horas pudimos haber muerto en el terremoto escala
8,8 que
sacudió Santiago. Hubiera sido el último
recuerdo
feliz.
Sobrevivimos
y celebramos la vida.
De haber
muerto, igual hubiéramos subido al cielo cogidos
de la
mano. O me habría rescatado con la suya, en el
caso de
haberme ido directo al infierno.
Sí, Elsa
era así.
Jordi Sierra i Fabra (escritor)
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