jueves, 1 de octubre de 2015





TODAS LAS RAZONES PARA LA HUIDA,
Teresa Guzmán Carmona

¿Cómo aproximarse y comentar brevemente los poemas que integran este poemario? Requeriría de mucha paciencia analizar la profundidad de unos versos que plasman la lucha incruenta e inútil del hombre contra el tiempo, pues acaso sea esa conciencia de la temporalidad el eje en el que se apoya el libro. En ocasiones, unas pequeñas anécdotas son suficientes para evocar esa fugacidad, tal y como sucede en los poemas Notas para el olvido y Peces en el fondo, donde se incide en que el tiempo siempre es breve y escaso.
Muestran estos versos de métrica irregular una tendencia al verso libre, tal y como se advierte en el poema Jornaleros, donde además asoma una conciencia social novedosa, lo que confiere al libro cierta frescura temática por su conexión con la realidad y con la verdad de esta poeta extremeña. Dice así:

JORNALEROS

Todas las tardes se reúnen
en torno al banco de la esquina
y solo un rosal silvestre da belleza al fondo de la imagen.
Se diría que son cientos y felices,
pero tienen cara de náufragos
y comparten tragedia y tarjetas telefónicas
y hablan un idioma que no entiendo.
Como una colonia de hormigas,
han salido de mañana en busca de sustento.
Atrás quedó la guerra, las casas mutiladas,
las balas perdidas en los ojos,
los hijos no nacidos en el seco vientre de la miseria.
Me miran como a un ser de otro mundo
que ha sacado brillo a sus zapatos
y que se cepilla los dientes tres veces al día.
La esperanza es siempre territorio de otros,
un campo de cultivo que no les da de comer.
Cada tarde les veo morderse las uñas,
intercambiar palabras como forma de exilio,
sus miradas rozan el suelo,
se han aprendido de memoria
las grietas de las baldosas,
conocen la herrumbre de l banco
y los mapas que taza.
Algunos visten ropas usadas
y calzan los zapatos de un muerto
al que nunca lloraron.
Las suyas son a veces lágrimas de cerezas,
rojas como la sangre de sus manos.
Vivir acaso sea solo
estar vivo en esta tierra que las cigüeñas
cruzan con meridiana precisión.

De una acera a otra, la esperanza
Y la luz trazan sus propias sombras.

Y para cerrar esta breve muestra de este magnífico libro, en el que predomina una narratividad que alienta una poesía ciertamente cotidiana, muy ceñida también a una actitud crítica, transcribo un poema que viene a ser algo así como el credo poético de Teresa Guzmán:


CREDO

Creo en las maletas precintadas
porque albergan una esperanza.
Creo en los que vuelven
a la acera desde la que se cambiaron,
porque el amor no es asunto de modas.
Creo en los postigos que se cierran
como una forma de asedio,
porque el silencio es el único bien
que no podrán arrebatarnos.
Creo en las vidas que se tatúan
para siempre en un único nombre,
porque éste bastará para imaginar
las mil y una maneras de hacer necesario.
Creo en los “imprescindibles” de mi vida,
Porque éste será el único título que podré otorgarles.
Creo en las habitaciones de hotel
en las que estuve a solas,
porque allí conocí a alguien
que nunca creí haber sido.
Creo en todos los mapas que quemé en el fuego,
porque me bastaba con cerrar los ojos
para poder encontrarte.
Creo en el folio en blanco
que me paso por la cara,
porque fue mi sudario
en este lugar al que no pertenezco
y que nunca me perteneció del todo.
Creo en los rostros que se mezclan,
en todas las leyes de la probabilidad
que me trajeron hasta aquí,
en todas las verdades desnudas
y las mentiras bien narradas,
porque ¿de qué otra cosa
si no es de ficción,
se alimenta el hombre?


No hay comentarios:

Publicar un comentario