TODAS LAS RAZONES PARA LA HUIDA,
Teresa Guzmán Carmona
¿Cómo aproximarse y comentar brevemente
los poemas que integran este poemario? Requeriría de mucha paciencia analizar
la profundidad de unos versos que plasman la lucha incruenta e inútil del
hombre contra el tiempo, pues acaso sea esa conciencia de la temporalidad el
eje en el que se apoya el libro. En ocasiones, unas pequeñas anécdotas son
suficientes para evocar esa fugacidad, tal y como sucede en los poemas Notas para el olvido y Peces en el fondo, donde se incide en que
el tiempo siempre es breve y escaso.
Muestran estos versos de métrica irregular una tendencia al verso
libre, tal y como se advierte en el poema Jornaleros,
donde además asoma una conciencia social novedosa, lo que confiere al libro
cierta frescura temática por su conexión con la realidad y con la verdad de
esta poeta extremeña. Dice así:
JORNALEROS
Todas las tardes se reúnen
en torno al banco de la esquina
y solo un rosal silvestre da
belleza al fondo de la imagen.
Se diría que son cientos y
felices,
pero tienen cara de náufragos
y comparten tragedia y tarjetas
telefónicas
y hablan un idioma que no
entiendo.
Como una colonia de hormigas,
han salido de mañana en busca
de sustento.
Atrás quedó la guerra, las
casas mutiladas,
las balas perdidas en los ojos,
los hijos no nacidos en el seco
vientre de la miseria.
Me miran como a un ser de otro
mundo
que ha sacado brillo a sus
zapatos
y que se cepilla los dientes
tres veces al día.
La esperanza es siempre
territorio de otros,
un campo de cultivo que no les
da de comer.
Cada tarde les veo morderse las
uñas,
intercambiar palabras como
forma de exilio,
sus miradas rozan el suelo,
se han aprendido de memoria
las grietas de las baldosas,
conocen la herrumbre de l banco
y los mapas que taza.
Algunos visten ropas usadas
y calzan los zapatos de un
muerto
al que nunca lloraron.
Las suyas son a veces lágrimas
de cerezas,
rojas como la sangre de sus
manos.
Vivir acaso sea solo
estar vivo en esta tierra que
las cigüeñas
cruzan con meridiana precisión.
De una acera a otra, la
esperanza
Y la luz trazan sus propias
sombras.
Y para cerrar esta breve muestra de este magnífico libro, en el que
predomina una narratividad que alienta una poesía ciertamente cotidiana, muy ceñida
también a una actitud crítica, transcribo un poema que viene a ser algo así
como el credo poético de Teresa Guzmán:
CREDO
Creo en las maletas precintadas
porque albergan una esperanza.
Creo en los que vuelven
a la acera desde la que se
cambiaron,
porque el amor no es asunto de
modas.
Creo en los postigos que se cierran
como una forma de asedio,
porque el silencio es el único
bien
que no podrán arrebatarnos.
Creo en las vidas que se tatúan
para siempre en un único
nombre,
porque éste bastará para
imaginar
las mil y una maneras de hacer
necesario.
Creo en los “imprescindibles”
de mi vida,
Porque éste será el único título
que podré otorgarles.
Creo en las habitaciones de
hotel
en las que estuve a solas,
porque allí conocí a alguien
que nunca creí haber sido.
Creo en todos los mapas que
quemé en el fuego,
porque me bastaba con cerrar
los ojos
para poder encontrarte.
Creo en el folio en blanco
que me paso por la cara,
porque fue mi sudario
en este lugar al que no
pertenezco
y que nunca me perteneció del
todo.
Creo en los rostros que se
mezclan,
en todas las leyes de la
probabilidad
que me trajeron hasta aquí,
en todas las verdades desnudas
y las mentiras bien narradas,
porque ¿de qué otra cosa
si no es de ficción,
se alimenta el hombre?
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