Es J. R. Barat un escritor prolífico que gusta de entregar a sus
lectores obras de los distintos géneros literarios. Y al parecer por los
resultados, se siente cómodo en todos. A una intachable trayectoria poética, añade
últimamente novelas juveniles de impecable factura. La novela juvenil que
comentamos no es una obra menor: es un buen ejemplo de lo que debe ser una
novela de acción y bien escrita.
El móvil argumental de la obra
hay que situarlo en la determinación de unos jóvenes estudiantes de periodismo
para investigar dos asesinatos relacionados con la trata de mujeres y la
explotación sexual. La búsqueda de los asesinos de dos jóvenes, Héctor y Berta,
lleva a los futuros periodistas, Daniel y Alicia, a desentrañar una red de
secuestro, violación y venta de mujeres jóvenes. Aunque la determinación de los
estudiantes no decae, en alguna ocasión el descubrimiento de una realidad tan
cruel y sórdida mueve al protagonista narrador que es Daniel a expresar algún
comentario nihilista y desengañado (p. 291).
Este autor ha demostrado con
solvencia que es capaz de enfrentarse a todos los géneros y salir airoso. Su
condición de escritor prolífico no está reñida con su calidad incuestionable.
En esta obra nos sorprenden muchas cosas: no solo la perfecta organización y
disposición de la acción, sino la agilidad narrativa que consigue por medio de
oraciones cortas, enumeraciones asindéticas y diálogos fluidos; las bellas
descripciones, como las que se hacen de algunos personajes (Alicia, página 120
y 123); una acertada selección de los elementos en las
descripciones que convierte a esta obra en un ejemplo de novela cinematográfica;
la opinión que expone el abuelo de Daniel sobre la tiranía de los celos y la
necesaria libertad de la mujer (páginas 201-202); y,
por encima de todo, el acierto de abordar un tema tan escabroso como la trata y
asesinato de mujeres teniendo en cuenta el destinatario juvenil de esta novela.
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