CUADERNO DE VACACIONES, Luis Alberto de Cuenca
La poesía de Luis Alberto de Cuenca es el reflejo de su poliédrica personalidad. Su obra poética se asemeja a un árbol frondoso, de cuyas ramas cuelgan poemas de diversa temática. Es un poeta proteico, que combina en un mismo libro, Cuaderno de vacaciones (Premio Nacional de Poesía 20152015), poemas livianamente “culturalistas” con otros más cercanos que recrean la infancia, la amistad, el clasicismo, y, sobre todo, el amor. Y todos ellos insertos en esa “línea clara”, que desde hace tiempo es una seña de identidad de su obra, una cualidad que valoro mucho en estos tiempos de minusvaloración de la métrica y de la emoción.
CONFESIÓN GENERAL
Llegó el momento de las confesiones
mutuas. No se miraban a los ojos.
El suelo era su único horizonte.
Cuando ella hablaba, él levantó la vista
y vio cómo surgían cosas turbias,
oscuras y secretas de su boca,
cosas que bien podrían ser envueltas
en periódicos sucios y enterradas
de noche en las arenas movedizas
que rodean la casa Usher. Luego
habló él, cuando ella interrumpió
su horrible letanía, y los papeles
se invirtieron, pues ella lo miraba
y él buscaba cobijo en el abismo.
Todo se lo contó, mientras surgían
de su garganta bichos innombrables
que cegaban los pozos y las fuentes
de su amor y abolían el futuro.
Llegó el momento de los cigarrillos,
y se miraron por primera vez
a los ojos después de tanto tiempo,
y supieron que no envejecerían
juntos, y que estarían siempre solos,
y que nunca podrían olvidarse.
LUNA LLENA
La luna se coló por mi ventana
la otra noche, y pensé que si sus luces
te enfocaran a ti, no habría cruces
ni dolor para mí por la mañana.
Contigo al lado, toda la semana
sería viernes y caer de bruces
sobre tu cuerpo, desde el que conduces
el mío adonde a ti te da la gana.
Sé buena, deja que la luna viaje
con su marfil por tu reloj de arena,
desnudo de cualquier tipo de traje.
Que pienso prepararme una gran cena
con el fulgor que de la luna baje
a acampar en tus muslos de azucena.
CLARIDAD
Los poetas más oscuros —Licofrón,
Góngora, Mallarmé— son transparentes
en el fondo, aunque cueste mucho más entenderlos
del todo que a Catulo, a Petrarca, a Verlaine.
Si amas la poesía, amas la claridad.
El objeto de la literatura
no es inventar enigmas para iniciados cursis.
Su meta es reflejar los anhelos, angustias
y emociones reales de la especie
en un espejo imaginario.
Y hacerlo de la forma más nítida posible.
SU CUERPO
Permaneció de pie junto a la puerta,
vestida solo con una toalla
ceñida al cuerpo. Me miraba como
si quisiera que yo la devorase,
y eso acabó con mi resaca: el día
no podía empezar mejor. Me dijo:
«Me gustas mucho.» «¿Hasta qué punto?», dije.
«Hasta este punto», dijo, y la toalla
cayó al suelo. Y la charla terminó.
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