domingo, 10 de marzo de 2024

 




CUADERNO DE VACACIONES, Luis Alberto de Cuenca


La poesía de Luis Alberto de Cuenca es el reflejo de su poliédrica  personalidad. Su obra poética se asemeja a un árbol frondoso, de cuyas ramas cuelgan poemas de diversa temática. Es un poeta proteico, que combina en un mismo libro, Cuaderno de vacaciones (Premio Nacional de Poesía 20152015), poemas livianamente “culturalistas” con otros más cercanos que recrean la infancia, la amistad, el clasicismo, y, sobre todo, el amor. Y todos ellos insertos en esa “línea clara”, que desde hace tiempo es una seña de identidad de su obra, una cualidad que valoro mucho en estos tiempos de minusvaloración de la métrica y de la emoción.



CONFESIÓN GENERAL 


Llegó el momento de las confesiones 

mutuas. No se miraban a los ojos. 

El suelo era su único horizonte. 

Cuando ella hablaba, él levantó la vista 

y vio cómo surgían cosas turbias, 

oscuras y secretas de su boca, 

cosas que bien podrían ser envueltas 

en periódicos sucios y enterradas 

de noche en las arenas movedizas 

que rodean la casa Usher. Luego 

habló él, cuando ella interrumpió 

su horrible letanía, y los papeles 

se invirtieron, pues ella lo miraba 

y él buscaba cobijo en el abismo. 

Todo se lo contó, mientras surgían 

de su garganta bichos innombrables 

que cegaban los pozos y las fuentes 

de su amor y abolían el futuro. 

Llegó el momento de los cigarrillos, 

y se miraron por primera vez 

a los ojos después de tanto tiempo, 

y supieron que no envejecerían 

juntos, y que estarían siempre solos, 

y que nunca podrían olvidarse.




LUNA LLENA 


La luna se coló por mi ventana 

la otra noche, y pensé que si sus luces 

te enfocaran a ti, no habría cruces 

ni dolor para mí por la mañana. 


Contigo al lado, toda la semana 

sería viernes y caer de bruces 

sobre tu cuerpo, desde el que conduces 

el mío adonde a ti te da la gana. 


Sé buena, deja que la luna viaje 

con su marfil por tu reloj de arena, 

desnudo de cualquier tipo de traje. 


Que pienso prepararme una gran cena 

con el fulgor que de la luna baje 

a acampar en tus muslos de azucena.




CLARIDAD 


Los poetas más oscuros —Licofrón, 

Góngora, Mallarmé— son transparentes 

en el fondo, aunque cueste mucho más entenderlos 

del todo que a Catulo, a Petrarca, a Verlaine. 

Si amas la poesía, amas la claridad. 

El objeto de la literatura 

no es inventar enigmas para iniciados cursis. 

Su meta es reflejar los anhelos, angustias 

y emociones reales de la especie 

en un espejo imaginario. 

Y hacerlo de la forma más nítida posible.



SU CUERPO 


Permaneció de pie junto a la puerta, 

vestida solo con una toalla 

ceñida al cuerpo. Me miraba como 

si quisiera que yo la devorase, 

y eso acabó con mi resaca: el día 

no podía empezar mejor. Me dijo: 

«Me gustas mucho.» «¿Hasta qué punto?», dije. 

«Hasta este punto», dijo, y la toalla 

cayó al suelo. Y la charla terminó.














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