viernes, 15 de septiembre de 2023

               LA PERLA, John Steinbeck





 

A veces, voy buscando libros que me conmuevan, libros-perlas en medio de tanto fango textual que se publica, y resulta que en las baldas casi vacías de la casa de verano encuentro una perla con brillo singular, como si su luz antigua la hubiera pulido de otro modo, hasta convertirse en una parábola contra la injusticia. 

Sí, he vuelto a releer La perla (1949) de John Steinbeck (Salinas, California, 1902-Nueva York, 1968), porque no me acordaba de nada, porque era breve y, sobre todo, porque me gustó hace años. En ocasiones, me entristece descubrir entre mis libros fichas con anotaciones sobre personajes, temas, espacio y otras referencias, sin ser capaz de recordar apenas nada, salvo su atmósfera y poco más. Por eso, empecé a leer esta novela y enseguida, entre sus hojas, descubrí unas pavesas que empezaron a arder en cuanto avancé por las primeras páginas.

         La imagen que tengo de John Steinbeck, distinguido con el premio Nobel en 1962, es la de un profundo humanista, no en el sentido de un autor que atesora un gran bagaje cultural –que también–, sino en la medida en que su pluma estuvo al servicio de los derrotados que deambulan por la vida o se anclan con la fuerza de un erizo a un espacio geográfico. En este sentido, es cierto lo que dice el traductor de esta novela, Francisco Baldiz, sobre la figura de J. Steinbeck: “Quijote de las letras, arremetía con su lanza de hidalgo andariego contra todos los gigantes de la injusticia y de la opresión. (…) Sus libros nacían de un impulso interior irreprimible. Él mismo dijo una vez que el escritor tiene la necesidad de decir cuanto siente, y si algo le afecta profundamente, le es imposible dejar de tomar partido, so pena de dejar de ser él mismo y, sobre todo, de dejar de ser escritor”.

         Esta idea de injusticia es el tema de la novela: el descubrimiento de una perla por parte de Kino, un humilde pescador, provoca un cataclismo vital de tal envergadura que arruina la vida de su familia. Surgen las envidias, afloran los pedigüeños, aparecen los asesinos y ladrones, y los instintos humanos más nocivos impiden la felicidad de Kino, de su esposa Juana, y de su hijo Coyotito, para quien su padre desea un futuro diferente: “Mi hijo leerá y abrirá los libros, y escribirá y lo hará bien. Y mi hijo hará números, y todas esas cosas nos harán libres porque él sabrá, y por él sabremos nosotros” (p. 64).

         La perla tiene ese sentido simbólico que poseen los clásicos de la literatura al permitir constantes relecturas e interpretaciones. El presente reinterpreta los textos esenciales, y esta obra de J. Steinbeck parece decirnos, a modo de parábola, que los desprotegidos del mundo seguirán existiendo, porque la perla de esta novela sale del mar y a él regresa, sin mejorar la vida de los pobres, condenándolos aún más si cabe. La novela se cierra con un final inesperado, que se devora con agradecimiento gracias a la fluidez y a la sencillez expresivas, cualidades que sólo están al alcance de los maestros. 

 

Editorial: RBA.

Título: La perla.

Autor: John Steinbeck.

Primera edición: 1984.

Páginas: 300.

 

 



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