QUELLO CHE CONTA, Chiara Civello
EL SUEÑO CUMPLIDO, Eloy Sánchez Rosillo
Mi relación con la poesía de Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) tiene las virtudes de una buena amistad: fluye sin exigencias ni imposturas, al tiempo que crece con los años mi admiración por ella. Y esto es así porque es una obra viva, transparente, conmovedora.
En 1991 leí por primera vez un libro de este escritor murciano. Fue Autorretratos y creo que en mi formación lectora marcó un antes y un después. En él había una porción de vida verdadera y una escritura clara, propuestas no muy comunes en aquella época. Desde entonces lo he leído y releído. Ahora escojo al azar un libro suyo y me reconforta leer de nuevo el poema “La playa”. De inmediato me traslado a Santa Pola, mi espacio frente al mar, y pienso en mis hijos… Ese trasvase de emociones solo se logra con la buena poesía, y la de Sánchez Rosillo lo es.
Después de haber leído Autorretratos, tuve el atrevimiento de llamarle. En una cafetería de Murcia, le comuniqué mi intención de iniciar un estudio de su obra. Mi objetivo era culminar una tesis que, por avatares de la vida, nunca redacté. De aquel encuentro, guardo el recuerdo de un hombre cordial y generoso. Conservo también los libros que me obsequió y dedicó ese día, el 6 de julio de 1993: Maneras de estar solo (1978) Páginas de un diario (1981) y Elegías (1984)
Este apunte biográfico excede los cauces estrechos de cualquier reseña, pero es obvio que este espacio de escritura es mucho más: es el diario de algunas lecturas que van jalonando mi vida.
Después de haber leído toda su obra poética, he disfrutado de El sueño cumplido (2023), que es, aparte de otras cuestiones que luego señalaré, un ejemplo –infrecuente en el panorama actual– de vocación y de fe en la poesía.
Ocupa la primera parte del libro una extensa y atinada reflexión sobre su quehacer como poeta. Titulada “Garabatos de poética”, es la versión definitiva de un texto que Sánchez Rosillo publicó en los cuadernos Poética y Poesía (Fundación Juan March, 2005), y que para el autor bien pudiera ser la introducción a su obra completa.
Sabido es que su obra es esencialmente poética y que no se desparrama en producciones de otros géneros; que desconfía de los textos que, a modo de poética, pretenden explicar la claves y el misterio de unos versos; y que siempre ha sido partidario de ofrecer poemas en vez de análisis teóricos.
Para Sánchez Rosillo la poesía fue “una fiebre maravillosa” que alumbró su juventud creadora en una época condicionada por la prematura pérdida del padre, por el descubrimiento del amor, por la voracidad lectora en detrimento de los estudios, y por la llamada de la poesía, una experiencia casi religiosa que guio su destino. Lo expresa así: “Desde entonces hasta hoy mi vocación ha sido el centro de mi vida (…). Se trata desde luego de un don del cielo, porque te otorga sin previo aviso no una mera ocupación, sino un destino (…), gracias al cual la vida cobra un sentido nuevo y merece la pena vivirse” (p. 23).
En “Garabatos de poética”, ESR divide su creación en dos partes, sin que reconozca –ni exista– ningún cambio abrupto en su clara expresión ni en su modo de enfrentarse al poema. La primera abarca los cinco libros que van desde Maneras de estar solo hasta La vida (1996), y en ellos sobresale un tono elegíaco común. La segunda parte, desde La certeza (2005) hasta La rama verde (2020), su último libro publicado, muestra una suerte de poesía hímnica, fruto de una evolución –y de un concepto del tiempo no entendido como pérdida sino como oportunidad de vivir con gratitud lo que disponga la vida–, que el poeta ha explicado convincentemente en varias ocasiones: “En esta visión del mundo no existe pérdida: el tiempo no te quita; sino que te da” (p. 192). En cualquier caso, esta es una singularidad poética que se ha ido urdiendo sin premeditación, al albur caprichoso de la poesía. Para entender mejor en qué consiste esa poesía hímnica –mejor llamarla celebrativa, por el tono esperanzado y luminoso que ofrece– bastaría con leer el siguiente poema recogido en La rama verde:
VERDECILLO
SALIR a la terraza bien temprano
y oírte cantar, tan vivo, en la luz nueva
–que aún está a medio hacer–,
da mucha confianza en este día,
amigo verdecillo,
y ganas de vivir (y de ser bueno).
En El sueño cumplido se hace referencia a que la obra de ESR es claramente reconocible, entre otras cosas porque posee unas cualidades singulares: los poemas surgen al compás de la vida y son el reflejo de su biografía; la emoción es parte esencial, pues sin ella los poemas serían fríos e intransitivos; y, por último, la claridad, que no es engañosa sencillez, sino un rasgo que siempre ha facilitado la comunicación entre el poeta y el lector.
Sobre estos rasgos de su poesía tiene el autor su propia opinión. De la autenticidad escribe: “La poesía vivida con autenticidad (por el poeta y también por el buen lector) proporciona a la existencia una intensidad excepcional y la aligera de banalidades. (…) La poesía nos acerca a la vida en sentido profundo, depara al hombre conciencia del mundo, de su persona y del tiempo completo de su vivir” (p. 27).
Reconoce la importancia de la emoción poética: “La piedra de toque de un poema auténtico es la emoción. (…) Si lo escrito no logra estremecer y producirnos un daño hermoso no es para mí un verdadero poema, no tiene mucho que ver con la poesía mejor. Existe el poema sin emoción (frío, retorcido o alambicado, ingenioso, o incluso chistoso), pero será siempre de muy segundo orden. Un buen poema (tan infrecuente, claro) es aquel que cuando lo leemos nos zarandea” (pp. 32-33).
Acerca de la vinculación entre obra y vida, sostiene: “Toda la poesía que he escrito tiene, según se ha dicho a veces y yo mismo admito, un marcado carácter autobiográfico, y estimo que en Las cosas como fueron podría verse con propiedad una especie de autobiografía poética (el mismo título del conjunto apunta ya en esa dirección)” (pp. 34-35).
Y en cuanto a la importancia de la claridad, Sánchez Rosillo reconoce el constante “proceso de despojamiento que a mi juicio se ha ido produciendo en mi poesía, y de la tendencia cada vez mayor hacia la claridad que lo ha acompañado. (…) Es importante saber, sin embargo, que en la principalísima tarea de ir desechando lo innecesario ha de haber unos límites y que es preciso acertar a detenerse en el momento justo. La poesía no debe adelgazar hasta caer en la anorexia y quedarse en los meros huesos, como en la época de la poesía pura…” (pp.42-43).
El segundo bloque de El sueño cumplido es una amplia antología de poemas en los que la poesía –su valor y su origen– es el tema esencial. Para Sánchez Rosillo, “la poesía precede al poema y al poeta, existe antes que ellos, impregna el mundo” (p. 50). Y como la poesía es un don, su advenimiento y su temática son imprevisibles. De ahí que sea el mismo poeta – tan descreído de lo “metapoético”– el primer sorprendido por el hecho de asumir con naturalidad que en todos sus libros haya poemas en los que se aborde el sentido y el misterio de la poesía.
De manera reiterada, deja claro que el poema no puede buscarse, ni forzarse su escritura, pues solo sirve esperar serenamente su llegada, como quien ve crecer en su interior la vida de un ser que pide paso y se le ayuda a nacer. El poeta se convierte así en un servidor fiel y paciente de la poesía: “Mis poemas han ido surgiendo por sí mismos, no sé cómo, aunque puedo decir que una vez que han comenzado a brotar de su propia semilla he estado a su lado, acompañándolos con el alma en vilo para que llegaran a lograrse por entero” (P. 57).
Entre los muchos poemas que abordan cuestiones relacionadas con la poesía, escojo “Apunte de una tarde” (Autorretratos, 1989), “Haciendo el equipaje” (Sueño del origen, 2011) y “El amor” (La rama verde):
APUNTE DE UNA TARDE
Que otros canten las armas y a los héroes,
los abismos del ser
o la complejidad del universo.
Dejadme a mí que diga la gracia irrepetible
de esta tarde de abril, la efímera hermosura
de la luz, que es mi amiga y que plácidamente
acaricia el papel en el que escribo.
HACIENDO EL EQUIPAJE
HOY vuelvo a la ciudad,
con algunos poemas que aquí he escrito,
bajo el cielo propicio de estos días.
Son tal vez poca cosa, y son, no obstante,
más de lo que soñó la fe que tuve
de que quizá vinieran.
Los meto en la maleta con cuidado.
No pesan nada, ocupan poco sitio.
Pongo también al lado mi alegría,
que en realidad es lo que más abulta
(pero que pesa aún menos).
EL AMOR
PON tus ojos, tu oído, en lo que importa
y atiéndelo despacio,
con rendición dichosa,
hasta que su secreto brote en ti.
¿No ves? Avanza marzo
y florece la rosa en el jardín.
Sin saberlo, es la vida;
mírala
cómo se abre a la luz, con cuánta entrega.
Haz tú otro tanto: unas palabras limpias
–las necesarias sólo–; escúchalas.
Y que se abra el poema.
Constituye la tercera parte una selección de algunas de las entrevistas que le han hecho al autor. En ellas responde, con diversa extensión y profundidad, a cuestiones que ya han sido tratadas en la primera parte, pero que nos permiten conocer mejor algunas claves de su poesía. Conocemos la opinión de Sánchez Rosillo sobre algunos de sus referentes poéticos, esos autores que le han acompañado desde siempre. Cita en primer lugar a Homero: “No es posible prescindir de Homero, tal vez el poeta que más me emociona. Lo que se ha hecho después de él estaba ya de algún modo en su obra, y con una fuerza, una limpieza y una verdad mayores que en casi todos sus descendientes” (p. 108). También ensalza el decir claro y humano de G. Leopardi, a quien ha traducido: “Es el primero en hablar de lo fundamental como hablamos nosotros hoy. Garcilaso, por ejemplo, no hablaba igual que nosotros, aunque lo admiremos muchísimo. El que habla de la intimidad con nuestras palabras es Leopardi” (p. 126). Asimismo, cita a Jorge Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, la Epístola moral de A. Fernández de Andrada, Bécquer, Antonio Machado, Emily Dickinson, John Keats, Lorca y Cernuda.
Diferencia entre la tristeza y la melancolía, y reconoce que esta última puede ser un estado que haya facilitado, en alguna ocasión, la llegada del poema (p. 130). La define así: “La melancolía no es tristeza, es una lenta meditación de la alegría, una intimidad” (p. 252). Y también alude a una idea propia de felicidad: “la sensación que tengo de la vida que he vivido es luminosa, una sensación de hermosura y felicidad” (p. 146).
Reconoce que en su obra hay bastantes poemas narrativos –como los hubo en Cernuda y algunos poetas ingleses–, pues gusta de contar los hechos conforme a un planteamiento, nudo y desenlace, al tiempo que procura facilitar al lector unas coordenadas de espacio y tiempo concretas (p. 158).
Insiste en que es imprescindible que el poema tenga su armónica musicalidad, y admite también que su poesía se nutre del poder emocional de la música. Sobre la influencia que la pintura –una sutil plasticidad, más bien– ha tenido en su obra, agradece la amistad y al magisterio de Ramón Gaya: “Es el ser humano más hondo que he conocido. (…) Lo conocí en un momento clave: tenía yo una edad en la que aún es posible echar por un camino o por otro. Su ejemplo ha sido y es fundamental para mí, y su amistad larga una de las cosas más hermosas que me han ocurrido en la vida” (pp. 204-205). Y, por último, a la pregunta sobre el sentido de la poesía y la misión de los poetas, responde: “Para ensalzar la vida y acrecentarla e intensificarla con más vida, y para dar testimonio del misterio del mundo”.
Quienes lean este libro agradecerán que exista en el panorama actual un poeta como Eloy Sánchez Rosillo, alguien que ha sido capaz de entregar su vida a la creación de una obra llamada a perdurar, entre otras cosas porque –como ya se ha dicho– se sustenta en la verdad, la autenticidad, la emoción, la belleza y la claridad.
¡Qué gozo poder leer una obra que nos reconcilia con la poesía y con la vida!
Para quienes quieran conocer el universo poético de este autor, comparto los siguientes enlaces:
-Web de Eloy Sánchez Rosillo: https://www.eloysanchezrosillo.com/
-Web del Instituto Cervantes dedicada a Eloy Sánchez Rosillo: https://blog.cervantesvirtual.com/falta-sanchez-rosillo/
Editorial: Tusquets
Título: El sueño cumplido
Autor: Eloy Sánchez Rosillo
Primera edición: 2023
Páginas: 267
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