TODOS LOS POEMAS (1975-2012),
Joan Margarit
Releída la obra poética de Joan Margarit (Sanahuja, Lérida, 11 de mayo de 1938-Sant Just Desvern, 16 de febrero de 20211), constato que la emoción que sentí hace años al leer su autobiográfico Joana permanece como una experiencia lectora insuperable. Es cierto que ahora he disfrutado de poemas hermosísimos, que valoro la transparencia expresiva, que agradezco el hilo narrativo que urde en algunas composiciones, pero también creo que son en los instantes confesionales donde su obra alza el vuelo con mayor intensidad. En esencia, los versos de Joan Margarit transmiten emoción, belleza y verdad. En ellos tienen cabida su amor a la familia y especialmente a la hija enferma, la visión luminosa de la naturaleza, la música, el transcurrir del tiempo, la evocación de la infancia durante la posguerra, y las recurrentes alusiones a personajes históricos o a seres que han formado parte de su vida.
He aquí algunos poemas que he seleccionado.
LA MUCHACHA DEL SEMÁFORO
Tienes la misma edad que yo tenía
cuando empezaba a soñar en encontrarte.
No sabía aún, igual que tú
no lo has aprendido aún, que algún día
el amor es esta arma cargada
de soledad y de melancolía
que ahora te está apuntando desde mis ojos.
Tú eres la muchacha que yo estuve buscando
durante tanto tiempo cuando aún no existías.
Y yo soy aquel hombre hacia el cual
querrás un día dirigir tus pasos.
Pero estaré entonces tan lejos de ti
como ahora tú de mí en este semáforo.
NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR
Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
–esta flecha de sombra–
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán las años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.
CANCIÓN DE CUNA
Duerme, Joana.
Y que este Loverman oscuro y trágico
del saxo de tu hermano en Montjuïc
te pueda acompañar
toda la eternidad por los caminos
que son bien conocidos por la música.
Duerme, Joana, duerme.
Y a poder ser no olvides
tus años en el nido
que dentro de nosotros has dejado.
Mientras envejecemos,
conservaremos todos los colores
que han brillado en tus ojos.
Duerme, Joana. Esta es nuestra casa,
y todo lo ilumina tu sonrisa.
Un tranquilo silencio: aquí esperamos
redondear estas piedras del dolor
para que cuanto fuiste sea música,
la música que llene nuestro invierno.
Invito a los lectores interesados a visitar la página electrónica del autor: https://www.joanmargarit.com/
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