viernes, 27 de noviembre de 2020

 

 


CUARTO, Julián Montesinos                                              

 

Cuando entro en tu cuarto

descubro una claridad de vainilla

que nunca antes he visto.

Quizá sea porque tú ya no estás, hijo mío.

Entonces toda tu vida se hace presente

y vagan mis ojos por las paredes vacías,

sin cuadros ni dibujos,

pero yo las veo llenas de vida,

llenas de tu risa, llenas de ti.

En una esquina encuentro las piezas

de barcos y castillos

donde pasabas las horas jugando.

Sobre el escritorio ahora limpio

entonces hubo papeles y lápices,

y ese cuento de piratas siempre releído.

La cama sin arrugas lamenta, hijo mío,

tu ausencia prolongada

y añora que hace años fue campo de batallas,

de juegos y cosquillas,

de abrazos en la noche para acoger al sueño.

Cuando entro en tu cuarto

la luz ya no es la misma,

pero sé que tu vida será hermosa.


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