martes, 1 de octubre de 2019




 THE SKY INSIDE, Adrian Munsey


EL ARTE DE PENSAR, José Carlos Ruiz




Reivindicar el papel de la filosofía como disciplina que puede contribuir a la felicidad del hombre contemporáneo es la finalidad de este libro. Sometidos los ciudadanos a modelos de consumo y a la tendencia de exhibir las emociones en las redes sociales, el autor reivindica la necesidad de la formación y, sobre todo, del pensamiento crítico para alcanzar el equilibro y la felicidad. ¿Y cómo lo hace? Escoge las ideas claves de los principales filósofos y las aplica a las diversas situaciones cotidianas.
         Los asuntos que aborda, sintéticamente, son los siguientes: la obligatoriedad de ser feliz y exhibir la propia felicidad se convierte en una tiranía (p.15); si no se vigila la hiperactividad y el hiperconsumo de experiencias se llega inevitablemente a la insatisfacción; reivindica la vigencia del pensamiento clásico de mens sana in corpore sano (p. 26); aboga por cuidar la dimensión social de los ciudadanos, quienes deben crecer en equilibrio; se basa en las teorías de Bernoulli y Barry Schwartz para convencernos de que frente al agobio de tener que tomar decisiones a la ligera conviene reflexionar críticamente para acertar y asumir que “quiero lo que tengo, porque tengo lo que quise”; analiza las teorías de Lipovetsky sobre el motor vital que suponen las contradicciones; reconoce los beneficios de la duda establecidos por Victoria Camps en la era de la posverdad (p. 107); la conocida sentencia de Ortega y Gasset “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” (p. 135) le sirve para criticar que actualmente a la circunstancia vital se une una cada vez mayor circunstancia virtual que deteriora la construcción del “yo sólido” al que las personas coherentes deben aspirar; recurre a Epicteto por su ecuanimidad y porque reivindica la importancia de ser fiel a uno mismo sin esperar la aprobación de los demás; el cinismo de Diógenes (p. 163) es la manifestación coherente de quien vive en la desposesión máxima; esta actitud entronca con la importancia de llevar una vida lo más sencilla posible y centrada en  asuntos esenciales que no conlleven una gran pérdida de tiempo; el autor reprende a quienes ataviados en cierta rigidez intelectual defienden ideas propias del maniqueísmo, pues provocan enfrentamientos estériles; postula la metodología de la mayéutica para descubrir la verdad, basada en las continuas preguntas que nos acercan al saber; hay un amplio capítulo referido a la importancia de la dignificación personal a través del trabajo; nos recuerda la noble idea de Russel, quien frente a la inutilidad de la envidia propone practicar la admiración del otro y, sobre todo, la aceptación de uno mismo en su ineludible presente; por último, incide en la importancia que el estoicismo (sobre todo, el pensamiento de Epicteto y de Séneca) tienen en la actualidad,  porque proponen modelos de actuación basados en el equilibrio, el distanciamiento y  la serena reflexión.
         José Carlos Ruiz insiste reiteradamente en la contribución que la filosofía puede hacer en el bienestar del hombre. Para ello, es necesario que los ciudadanos abandonen la minoría de edad intelectual, es decir, que actúen después de reflexionar críticamente. Censura los valores dominantes aceptados sin el ejercicio del pensamiento crítico individual. Veamos un ejemplo:
         Ser un menor de edad intelectual significa asumir los pensamientos o ideas de otros como propios sin haber pasado ningún filtro, de cara a saber si son convenientes para nosotros o si resultan correctos o erróneos.
         Ser religioso porque así te han educado, ser liberal o de izquierdas porque es lo que has vivido en tu círculo cercano, casarte porque es lo que se espera de un relación asentada (...); tener redes sociales porque todos las tienen y usarlas de la misma manera que todos, sin pensar previamente si eso nos puede beneficiar o perjudicar; querer ganar mucho dinero porque nos han dicho que es lo mejor que te puede pasar en la vida; viajar constantemente porque todos nos comentan que es la mejor manera de aprender cosas... Ante todo esto, Kant decía: ‘Atrévete a pensar’, a pensar por ti mismo, y este se convirtió en el lema de la Ilustración”.
         Al cerrar el libro reconocemos con gozo la relación que el autor ha establecido entre la filosofía y los “males” que afectan al hombre contemporáneo. Un libro divulgativo y ameno que reivindica la filosofía práctica más que la académica, más centrada en la vida que en las diversas teorías sobre el pensamiento, un ensayo, en esencia, que me recuerda aquel lejano COU donde disfrutaba con la historia de la Filosofía impartida por un profesor que usaba las tizas de colores en la pizarra con más eficacia persuasiva que cualquier powerpoint de los que ahora circulan, como esqueletos léxicos, por internet.


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