EL
CENTRO DE LA SOMBRA, Ramón Bascuñana
LOS
POEMAS ELÉCTRICOS, Ramón Andreu
Da gusto encontrarse en la mesa de novedades de la biblioteca pública
de Santa Pola con dos libros de poemas de autores conocidos. De Ramón Bascuñana
he leído varios de sus poemarios, y es para mí uno de los poetas más notables
del panorama nacional, en la medida en que aúna un gran dominio del verso y
un mundo propio expresado siempre con verdad, autenticidad y un logrado lirismo.
A su lado, en la misma mesa de
novedades, cojo el libro de Ramón Andreu, y aunque temo que me dé un calambre
–por eso de los kilovatios apresados entre sus tapas–, leo su libro con mucha
intensidad, un libro cuya lectura fluye con la misma sencillez, sin vacuas
pretensiones, con la que está escrito, un libro que me ha gustado mucho.
[un barco se construye
con palabras]
ni
con finas maderas
que
resistan el agua de los mares
ni
con sabiduría
un
barco se construye con palabras
porque
un barco no existe
si
no puedes nombrarlo
si
no puedes hablar de su velamen
de
su proa y su popa
del
timón y las jarcias
porque
las cosas son únicamente
cuando
puedes nombrarlas
y
aunque no existan son
si
existen las palabras para ellas
[para morir nacidos]
cuanto
más envejezco más creo en el absurdo
de
una vida que no tiene sentido si la piensas
porque
pensar la vida conlleva no vivirla
asumir
que no tienen respuestas las preguntas
que
vivimos pendiente de la espada del tiempo
que
el amor es la droga que altera los sentidos
y
nuestras percepciones son falsos espejismos
que
tornan soportable el dolor de estar vivo
cuando
piensas la vida
y cuando a cada instante
el
estéril latido de una sangre alevosa
nos
recuerda que estamos condenados al sueño
del
olvido perpetuo al silencio a la nada
dioses
sin paraísos para morir nacidos
El centro de la sombra, Ramón Bascuñana.
… …
Breve estudio sobre la
nada
A
don Pascuale
Este
agujero que tengo
algunos
lo sitúan en el alma;
otros,
en cambio,
hablan
sin para de sus causas,
de
la brutalidad del mundo.
La
gran mayoría
alude
al plomizo peso
de
la soledad
y
sus noches insomnes.
Sin
embargo,
los
más prestigiosos expertos
creen
con total convencimiento
que
esta oquedad tan llamativa
se puede
localizar
sin
mucho esfuerzo
en
los cráneos inundados de flores.
Pero
los dos sabemos
que
este vacío
no
se encuentra en ningún sitio
y
no habla de lo que somos
o
pudimos haber sido;
lo
único que hace es
susurrarnos
al oído
los
secretos de la nada
y
su dulce hedonismo.
Los poemas eléctricos, Ramón Andreu.
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