LIBRO DE LAS HISTORIAS PERDIDAS DE BAMBERT,
Reinhart
Jung
Bambert es un hombre bajito,
que padece un raquitismo incurable. Vive solo y acostumbra a no salir de casa.
Posee una vasta cultura, ha leído los libros de su mediana biblioteca, no le
interesan la televisión ni la velocidad del mundo actual. Se siente escritor. Cuando
tiene casi acabado su libro de cuentos, titulado Libro de los deseos, una noche, mientras mira la luna desde la
ventana de su desván, toma una decisión: arrancará los cuentos y los enviará a
lugares desconocidos. Para llevar a cabo su idea, pide al tendero Blümcke, que
trabaja en la planta baja del edificio donde vive Bambert, que le consiga once globos
chinos de aire caliente. La relación de amistad entre Bambert y Blümcke, a quien cobra un
alquiler ínfimo, es entrañable. En una ocasión el tendero se pregunta: “¿Cómo es
posible que un espíritu tan grande esté encerrado en un cuerpo tan pequeño?”.
Bambert ha organizado un plan: introduce los cuentos en los sobres,
los ata al globo de papel y los lanza al cielo una madrugada tranquila. Sólo
queda esperar a que lleguen a algún lugar incierto, desear que no queden
atrapados en los árboles o destruidos por la lluvia o el viento, sin que algún
destinatario anónimo encuentre el cuento, lo lea y lo devuelva. Pasan los días
y Bambert se siente desolado porque no ha recibido ningún cuento. Pero
cuando la esperanza de recibir de nuevo sus cuentos ha desaparecido, el tendero
Blümcke le puso en el montacargas un sobre con el cuento titulado “El ojo en el mar”.
Procede de Irlanda. Bambert se sintió inmensamente feliz, cambió el nombre de
los personajes e hizo otras pequeñas modificaciones. Su Libro de los deseos se fue convirtiendo en el Libro de los relatos perdidos. Y esta bella imagen de los cuentos volando en globos de
papel es de tal delicadeza que atrapa de inmediato al lector, quien se deja
llevar por estos relatos viajeros.
Luego irán llegando otros cuentos. Así, en “El ojo en el mar”, se narra
el rescate que unos niños hicieron de una joven ballena varada y cómo
muchos años después la ballena regresa para agradecérselo al niño protagonista del
relato. El segundo cuento que regresa a casa del escritor lo ha enviado María
González Oliva, que vive en Córdoba, y Bambert decide titularlo “La princesa de
Córdoba”. En él, una bella princesa cordobesa aceptará como esposo a quien le
garantice que ella tendrá para siempre “la llave de la verdad”. Y fueron
llegando a su palacio varios pretendientes. Un italiano le obsequió el vino de
Valpolicelli porque según él es cierto el proverbio latino de que “ in vino
veritas”, pero inmediatamente fue rechazado. Al poco se presentó el heredero
del reino de Bután y mostró un cofre lleno de oro, pero la princesa aseguró que
la verdad no se halla en los bienes materiales. Después, Polícrates trajo el miedo en forma
de serpientes porque creía que atemorizando a los súbditos estos siempre dirían
la verdad. La bella princesa solo creía en la fuerza del amor y de la libertad
y decidió ser felizmente soltera. Y esta alta capacidad fabuladora está presente en con otros cuentos que contienen
temáticas y aspectos inesperados para el destinatario natural de esta colección,
que son los jóvenes. En “La luz errante” narra la liberación de unos escritores
que viven en una mazmorra debajo del Kremlin. Bambert tiene el poder de
liberar con su cuento a esos escritores cuando inventa la historia de un niño que aparece
en el calabozo cada vez que un rayo de sol se cuela por una especie de claraboya y se detiene en el suelo. ¿Qué
hace allí un niño recluido? Con su escritura infantil alimenta la ilusión de los presos
por alcanzar la libertad: “Todos huiremos en este rayo de sol. Nos iluminará y
nos guiará. Nos subirá a una isla de luz y nos sacará de esta prisión. La luz
nos mostrará el camino de la libertad. Todos los presos escaparán del poder del
calabozo en este rayo de sol”. Luego, se narran hechos delicados, sutiles,
asombrosos como en “El pañuelo de seda”. Baste aludir a la
reflexión sobre la necesidad de admirar la belleza como un motivo de alegría, pues
de lo contrario las desgracias brotan y rompen el gozo de vivir, tal y como sucede
en “Una belleza congelada”. En “El Gabinete de las Figuras de Cera” se narran
los estrechos límites entre la realidad y la ficción en un cuento que es un
ejemplo de relato de misterio. “En el insólito juego” un niño sale del refugio
en la ciudad sitiada de Sarajevo y pinta en la arena de una plaza dibujos con
los que pretende acabar con la guerra: lo que pinta sucede y por eso cree el niño
que su arte puede contribuir a cambiar la triste realidad en que vive. En “Las
muñecas escapan a París” una niña que pasea por la playa descubre entre la
arena muchas muñecas desmembradas y desnudas. Las limpia, las monta de nuevo y
se las lleva a París para que vivan de nuevo. Los desechos que el mar expulsa a
la orilla alimentan la felicidad de la protagonista. Al final llega el último cuento, unos pocos folios en blanco, en los que el tendero
escribe un texto para Bambert, un homenaje a la amistad, que se convierte en
una metáfora de la vida que pende de un hilo. Estos cuentos “ejemplares”, que por otra parte poseen un alto contenido
ético, reivindican el valor intrínseco
de los comportamientos humanos para transformar las injusticias.
La figura de Bambert es la de un humanista que ama la literatura.
Bambert siente que el poder transformador de las palabras le permite vivir y
sentir experiencias que de otro modo jamás alcanzaría. Un libro que he
descubierto por azar y que me ha permitido conocer algunos pormenores biográficos
de su autor, Reinhart Jung (1949-1999), un escritor alemán fallecido
prematuramente. Diría, como conclusión, que se trata de un libro muy bien
editado y con un mensaje esperanzador: “El Libro de las historias perdidas de Bambert encierra una honda y
sugerente convicción sobre el poder del arte y de la literatura para cambiar el
mundo en que vivimos”. Una delicia de libro, apto para todo tipo de lectores.
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