lunes, 21 de noviembre de 2016




CANTÓ UN PÁJARO |Antología esencial,
Vicente Gallego

Lo primero que llama la atención de este libro es su belleza formal: la delicada ilustración creada por José Saborit, la calidad del papel, las guardas naranjas… Iniciada la lectura de Cantó un pájaro, el lector siente que se halla en una casa acogedora en la que habitamos solamente la estancia más confortable, la de la poesía, al tiempo que se nos veda –como no puede ser de otro modo– el acceso a esas otras piezas donde reside una novedosa concepción filosófica y artística del hecho poético, información que sutil y sabiamente Antonio Moreno desgrana en el prólogo.
     Leído este libro con la atención que se merece, el lector concluye que el poeta es algo así como un médium que recibe el canto de la poesía y la ofrece a los demás pura y en un presente siempre renovado. Aquí la poesía se adentra en la intensidad que le concede su génesis espiritual, o tal vez lucreciana o panteísta del mundo, lo que no ha de entenderse exclusivamente desde una dimensión religiosa. Aunque se deja muy claro en el prólogo cuáles son los referentes de Vicente Gallego (Brines, Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, César Simón, poetas del Renacimiento, la lírica popular, místicos y otros), en el poeta valenciano parece coincidir una concepción de la poesía con tres vértices: el diálogo de un hombre con su presente (a partir de detalles reveladores de una honda visión), el conocimiento (ese adentrarse en la conciencia filosófica del mundo) y una génesis intuitiva –algo de duende, quizá– que no escatima la emoción (cierta tendencia del poeta a diluirse para que su poesía sea un canto ofrecido). Se diría que el poeta recibe la voz auténtica de la poesía y la comparte. Esta idea es la que a juicio del antólogo, Antonio Moreno, guía el quehacer poético de Vicente Gallego. Y este bello poema sería un ejemplo de lo que intento expresar:

EL ASUNTO
A Agustín Araque
Una esquirla del sol
ha encendido la mesa.

La cuchara está viva,
tintinea en la taza.

Cuando no hay nada más,
cómo huele el poleo,
qué blancura el mantel.


    Como se aclara en el prólogo, la poesía de Vicente Gallego ha experimentado una evolución como consecuencia del crecimiento personal del autor, hecho que provoca que solo se muestren los libros publicados a partir de Santa deriva (2002), y se silencien los anteriores, insertos en lo que laxamente se reconoce como poesía de la experiencia. Esto es así, según Antonio Moreno, porque "la poesía ha sido para Vicente Gallego un camino decisivo en su transformación espiritual, para convertirse al cabo en la luminosa conciencia de un alma fascinada que se reconoce en el infinito espejo del universo. Y en este margen no hay más propósito final ni más sociedad que el vivo presente de la poesía, cuyo nombre al fin coincide con palabras como Dios, realidad o naturaleza...". Dicho lo cual, el prologuista justifica la idea de evolución, desde La luz, de otra manera (1998) hasta su último poemario, Ser el canto (2016), basándose en la actitud del poeta, en esa dicha de saberse en el mundo: "aquí, ahora, yo".
     Selecciono un poema para leérselo a mi hijo, cuyos intereses distan mucho de lo que se entiende literario (siendo como es un ser en esencia poético), y le leo uno dedicado a José Saborit:

DELICUESCENCIA

Reventado clavel blanco y distante,
formas breves de un sueño sois vosotras,
altas nubes de junio.

¿Qué sonora alegría le regala
vuestra espuma inocente a la mañana nuestra?
¿Y de dónde nos llega esa emoción
que produce observaros en el día del hombre?

Como nosotros mismos sois vosotras,
y por eso miraros nos conmueve,
altas nubes de junio:
humo limpio de un tiempo en que juntos ardemos.

      Luego, acabo con “En la casa de nadie”, y nos quedamos enganchados hablando sobre estos dos versos: ¿Es posible que muera / lo que amamos? Y concluimos que no, que nada querido muere jamás. Y ahí está a mi parecer toda la esencia de la poesía, en salvar lo que amamos. La muerte adquiere, pues, una especial relevancia en este poemario que reivindica y abraza el presente: Es preciso morir / es preciso callar para que hable / el agua de la fuente.
       Estilísticamente, bastaría con añadir que estamos ante una poesía con una gran cantidad de recursos poéticos (metáforas, personificaciones y antítesis para tensar el contenido) sin que se oscurezca su transparencia: Una voz de mujer / se abrasaba en el canto, masticaba / una rosa de fuego. No obstante, fruto de esa esencialidad, esta poesía reclama una lectura atenta por su alta condensación. Léase cualquier poema, y de inmediato se advierte ese principio juanramoniano de que el arte es ir quitando lo que sobra hasta encontrar la poesía. Pero, a veces, esta poesía se convierte, por mor del acendramiento, en demasiado pura, al menos formalmente.
Compruébese en este poema:

CON EL HUESO
A Ada Salas
¿Se puede dar el hueso del poema
pelado del decir, servido en blanco?

Apaga mi hervidero,
descárname, palabra, y abre mundo.

Y leamos este otro hermoso y breve:

BAJO EL SOL DE FEBRERO

Quién hay que no se alegre
al tomar del almendro,
entre las yemas,
el pergamino rosa
que es su flor,
donde nada hay escrito.
Cotejemos ahora dos poemas para ver ese proceso depuración:
Versión publicada por Visor en 2002 del poema:

ESCUCHANDO LA MÚSICA SACRA DE VIVALDI

A Carlos Marzal y Felipe Benítez

Como agua bendita,
como santo rocío tras la noche de fiebre
lava el alma esta música con su perdón sincero,
fluyente arquitectura que en el aire vertebra
la ilusión de otra vida
salvada ya para gozar la gloria
de un magnánimo dios.

De lo terrestre naces,
del metal y la cuerda, de la madera noble,
de la humana garganta
que estremecida firma la hora suya en el mundo;
y sin embargo vuelas, gratitud hecha música,
evanescente espíritu
que en el viento construyes tu perdurable reino.

Si algún eco de ti sonara en nuestra muerte...

En mitad  de la noche suenas hoy,
cadencioso milagro, pura ofrenda de fe
en honor de ese dios que no escucha tu ruego
o  que escucha escondido, tras su silencio oscuro,
la demanda de luz con que el hombre lo abruma.

Y si no existe un dios,
¿quién inspira en tu canto tan cumplido consuelo,
extraña melodía de blasfema belleza
que a los hombres sugieres su condición divina,
para qué sordo oído
–cuando sea ya el nuestro desmemoria en el polvo–,
en mitad de la muerte, orgullosa plegaria emocionada,
celebras esa frágil plenitud
de no sé qué verano o qué huérfana espuma
feliz
de aquella ola
que en la mañana fuimos?

Veamos ahora, la versión de 2016:

ESCUCHANDO LA MÚSICA SACRA DE VIVALDI

Como agua bendita,
como santo rocío tras la noche de fiebre
lava el alma esta música con su perdón sincero.

De lo terrestre naces,
del metal y la cuerda,
de la madera noble,
de la humana garganta
que estremecida firma la hora suya en el mundo,
y sin embargo vuelas
para que encuentre el aire esta alegría.

Si algún eco de ti sonara en nuestra muerte...

¿Para qué sordo oído
–cuando sea ya el nuestro desmemoria en el polvo–,
en mitad de la muerte,
celebras hoy la plenitud
de no sé qué verano,  
qué ola, qué canción
que en la mañana fuimos?

     Desde la más profunda admiración, hay algo en este libro hermoso e intenso que pica mi curiosidad: aunque son atinadas las palabras del antólogo (¡con qué bello heptasílabo titula su prólogo-exégesis, Danzar en el asombro!) y aunque la selección de los poemas demuestra que estamos ante una poesía transparente, un ejercicio de gratitud ante la belleza de la vida, hay para quien esto escribe tal grado de desnudez expresiva y de ahondamiento espiritual que en ocasiones lastra el disfrute de la experiencia poética. Hay poemas hermosísimos junto a otros que son algo así como algodón de feria, levedad o profundidad intransitiva. De ahí que la emoción que busco en toda experiencia poética no la sienta, como no puede ser de otro modo, en algunos poemas de esta magnífica antología. Y ello quizá se deba a cierta incapacidad mía para disfrutar de ese turbión espiritual que solo Vicente Gallego ("la obra no se busca, la obra se recibe") sabe convertir en poesía y en canto, nunca en doctrina.
     Avanzada la lectura, sorprende un bello poema con claros referentes autobiográficos:

CANTO XLV
Para César Gallego Oliva
Recostado en la cama con mi hijo,
velando su descanso,
reposando en el colmo de quererlo
–pues la noche se acalla y nos lo otorga–
en este amor de Dios,
¿qué puede aquí el olvido malograr?

Lo que en nosotros muere, no era cierto.

Este instante no sabe
de un antes y un después.

Ahora te estoy besando –no lo olvides,
no crezcas vanamente, mi pequeño–
con los labios sin muerte de la luz.


      Leamos este otro poema, en el que el amor es el rey de la casa y, por tanto, se abandona esa insistente referencia al mundo natural:

CANTO XLIX

Es todo tan sencillo, es lo de siempre:
entra el amor en uno y siente uno
que lo hace como Pedro por su casa,
que no hay ya más que hablar,
que no es posible
confusión ya ninguna.

Triunfa el amor y creen
algunos que es locura, y este loco
no puede sino darles la razón,
porque la tienen más de lo que piensan.

Cómo iba yo a pensar –¡qué disparate!–
que llegaría a amar,
que sería el amor, que llegaría
a estar vivo en el fin y en el principio.

Ah locura de amor, no me avergüences.


      Antes de concluir quisiera recalcar que la singularidad de esta poesía se basa en gran parte en la omnipresencia de la naturaleza y en un estilo cada vez más depurado al servicio de la esencialidad. No podemos dejar de insistir en el valor poético que tienen los animales, las plantas y todos los elementos de la naturaleza. Bastaría con releer detenidamente sus últimos libros para reconocer la concepción panteísta y espiritual que el poeta tiene de la naturaleza. Como conclusión, debo decir que Vicente Gallego construye un singular mundo poético de armoniosa acogida, sobre todo para esos lectores que se sientan “espíritus afines” y que conciban la poesía del mismo modo.

2 comentarios:

  1. Muy bello artículo, que da una imagen fiel de lo que es la poesía de Vicente Gallego (para mí el mejor poeta español vivo).

    No conocía tu blog (lo encontré buscando el CANTO XLV de Gallego) y me alegra haber hallado un lugar que me promete horas de placer.

    Gracias y saludos desde Francia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti, Pablo. Espero que te guste el blog. Un cordial saludo.

      Eliminar