LECTORES COMPULSIVOS, Ramón Bascuñana
Estaba ocupado con la lectura
de los cuentos de Ramón Bascuñana (Lectores
compulsivos, Aguaclara, 2011), cuando por deferencia del autor me llegan
dos de sus nuevos cuentos premiados: La
hipótesis perfecta (XVI Certamen Literario Villa de Navia) y El hombre tranquilo (XLIII Concurso de
Cuentos José Calderón Escalada). Y le doy las gracias por haber podido leer
estas maravillosas narraciones que nos sumergen en ámbitos temáticos
inquietantes (el dolor, el abuso sexual, la llegada de un inmigrante muerto a una
playa nudista…). Pero lo que más me gusta es el estilo con el que Ramón Bascuñana
se enfrenta a su materia temática, cómo es capaz de ofrecernos un cuajo de vida
en cada cuento. Por eso, me sorprende la calidad estilística que alcanza con
narraciones que son maravillosos ejemplos de intensidad, belleza plástica,
referencias culturales, perfecta cadencia narrativa, estructuras circulares, etc.
En fin, una exhibición de las diferentes maneras de abordar eso que, según los
teóricos, debe ser un buen cuento: una tesela narrativa donde nada falta ni
sobra.
Lean el comienzo de La hipótesis
perfecta :
“Querido profesor de Literatura:
Es tarde y estoy triste y le escribo desde la culpa y el deseo y
desde la hipótesis perfecta de la felicidad, que ya se sabe que es un hipótesis
falsa, pero que los humanos necesitamos creernos a pies juntillas para no
suicidarnos a las primeras de cambio como se suicidaron poetas como Gérard de
Nerval o Florbela Espanca que escribió aquello tan bonito y tan romántico de ‘¿Qué
nos importa el mundo y sus asuntos? / ¿Qué nos importan los amores vanos? / ¡El
mundo, Amor, son nuestros labios juntos!’. Es tarde y estoy triste y le escribo
desde esta cama de adolescente rebelde que no es tan rebelde como aparenta ser
y que no sabe muy bien por dónde empezar esta carta y esta historia…”.
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