viernes, 16 de octubre de 2015





LECTORES COMPULSIVOS, Ramón Bascuñana

Estaba ocupado con la lectura de los cuentos de Ramón Bascuñana (Lectores compulsivos, Aguaclara, 2011), cuando por deferencia del autor me llegan dos de sus nuevos cuentos premiados: La hipótesis perfecta (XVI Certamen Literario Villa de Navia) y El hombre tranquilo (XLIII Concurso de Cuentos José Calderón Escalada). Y le doy las gracias por haber podido leer estas maravillosas narraciones que nos sumergen en ámbitos temáticos inquietantes (el dolor, el abuso sexual, la llegada de un inmigrante muerto a una playa nudista…). Pero lo que más me gusta es el estilo con el que Ramón Bascuñana se enfrenta a su materia temática, cómo es capaz de ofrecernos un cuajo de vida en cada cuento. Por eso, me sorprende la calidad estilística que alcanza con narraciones que son maravillosos ejemplos de intensidad, belleza plástica, referencias culturales, perfecta cadencia narrativa, estructuras circulares, etc. En fin, una exhibición de las diferentes maneras de abordar eso que, según los teóricos, debe ser un buen cuento: una tesela narrativa donde nada falta ni sobra.

Lean el comienzo de La hipótesis perfecta :

“Querido profesor de Literatura:

Es tarde y estoy triste y le escribo desde la culpa y el deseo y desde la hipótesis perfecta de la felicidad, que ya se sabe que es un hipótesis falsa, pero que los humanos necesitamos creernos a pies juntillas para no suicidarnos a las primeras de cambio como se suicidaron poetas como Gérard de Nerval o Florbela Espanca que escribió aquello tan bonito y tan romántico de ‘¿Qué nos importa el mundo y sus asuntos? / ¿Qué nos importan los amores vanos? / ¡El mundo, Amor, son nuestros labios juntos!’. Es tarde y estoy triste y le escribo desde esta cama de adolescente rebelde que no es tan rebelde como aparenta ser y que no sabe muy bien por dónde empezar esta carta y esta historia…”.

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