INVISIBLE,
Paul Auster
A veces caen libros en nuestras manos porque otros
lectores nos los recomiendan, porque escuchas a alguien que te asegura que las páginas
de esa novela son alas, y entonces tú te dejas llevar, abres el libro como si
metieras tus manos en una caja de música y te abandonas. He leído Invisible de Paul Auster y no sé si vale
la pena recomendarlo y ni sé por qué se titula así. Quizá se deba a que el
personaje principal, un tal Adan Walker, es tímido y anhele pasar inadvertido,
o quizá a que la increíble historia de amor que mantiene con su hermana sea
cierta y esta pretenda ocultarla a la realidad, o quién sabe por qué.
La virtud
principal de esta novela radica en la capacidad del autor para hilvanar un
discurso con materiales diversos (el amor, el sexo, las relaciones de poder, el
engaño, la presencia del mundo académico, el análisis de los sentimientos, el
desarraigo y la muerte acechante, son algunos temas recurrentes de este autor).
A ello hay que añadir una variado juego de perspectivas narrativas: la primera
persona para narrar la historia amorosa de Walker con Margot; en ocasiones la
2ª persona, también la 3ª más objetiva, los diarios de Cécile Juin y la labor compiladora
del escritor Jim, amigo de Walker, a quien este encarga que organice la
novela que leemos. Un juego de perspectiva homodiegéticas, en las que son los
propios personajes implicados en el desarrollo de los argumentos quienes cuentan sus distintos avatares. En fin, una novela típicamente austeriana, donde
la frontera entre la realidad y la ficción de los asuntos que se cuentan es
pura penumbra, indefinición, ambigüedad. Al fondo, nos queda florando en la
memoria la belleza de Gwyn y Adan, sin olvidar la maldad de Born, un personaje
bipolar, tan socarrón como malvado y mentiroso.
Y entre tanta
desolación y relaciones sexuales, leemos alguna frase como esta: “El verdadero
amor es cuando (sic) sientes tanto
placer al darlo como al recibirlo”.
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