jueves, 26 de febrero de 2015







INVISIBLE, Paul Auster

A veces caen libros en nuestras manos porque otros lectores nos los recomiendan, porque escuchas a alguien que te asegura que las páginas de esa novela son alas, y entonces tú te dejas llevar, abres el libro como si metieras tus manos en una caja de música y te abandonas. He leído Invisible de Paul Auster y no sé si vale la pena recomendarlo y ni sé por qué se titula así. Quizá se deba a que el personaje principal, un tal Adan Walker, es tímido y anhele pasar inadvertido, o quizá a que la increíble historia de amor que mantiene con su hermana sea cierta y esta pretenda ocultarla a la realidad, o quién sabe por qué.
La virtud principal de esta novela radica en la capacidad del autor para hilvanar un discurso con materiales diversos (el amor, el sexo, las relaciones de poder, el engaño, la presencia del mundo académico, el análisis de los sentimientos, el desarraigo y la muerte acechante, son algunos temas recurrentes de este autor). A ello hay que añadir una variado juego de perspectivas narrativas: la primera persona para narrar la historia amorosa de Walker con Margot; en ocasiones la 2ª persona, también la 3ª más objetiva, los diarios  de Cécile Juin y la labor compiladora del escritor Jim, amigo de Walker, a quien este encarga que organice la novela que leemos. Un juego de perspectiva homodiegéticas, en las que son los propios personajes implicados en el desarrollo de los argumentos quienes cuentan sus distintos avatares. En fin, una novela típicamente austeriana, donde la frontera entre la realidad y la ficción de los asuntos que se cuentan es pura penumbra, indefinición, ambigüedad. Al fondo, nos queda florando en la memoria la belleza de Gwyn y Adan, sin olvidar la maldad de Born, un personaje bipolar, tan socarrón como malvado y mentiroso.

Y entre tanta desolación y relaciones sexuales, leemos alguna frase como esta: “El verdadero amor es cuando (sic) sientes tanto placer al darlo como al recibirlo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario