domingo, 16 de febrero de 2014






EL VALOR DE LA POESÍA,
Yves Bonnefoy, 
Universidad Miguel Hernández, Julián Montesinos

En una entrevista reciente, el poeta francés Yves Bonnefoy afirmó: “Se ha cambiado la experiencia poética directa por la explicación del poema y esa reflexión académica ha dado paso a una situación en la cual la poesía no puede respirar”. Y en otro momento, vaticina: “La sociedad se extinguirá si la poesía se extingue (…).  Es la relación con el otro la esencia del pensamiento moral”.
Estas palabras leídas en un suplemento sabatino me sirvieron de anzuelo para que pescara un archivo del ordenador, que contiene algunas reflexiones vagas sobre qué entiendo por poesía. En cierta ocasión, un grupo de alumnos de la Universidad Miguel Hernández se empeñaron en hacerme una entrevista sobre mi quehacer poético. Les comenté que hay poetas y escritores más sobresalientes y laureados en el panorama actual, pero insistieron en que querían hacerle algunas preguntas a quien había sido su antiguo profesor de bachillerato. La amistad es lo poco que nos va quedando, o como diría Cicerón en sus Tusculanas: “¿Qué alegrías puede tener la vida / si le quitamos la amistad?”.  Así es que me arme de valor y me presenté a la hora y el día fijados (13 de mayo de 2013) en un pequeño estudio de radio de esta universidad ilicitana. Lo que les dije más o menos está reproducido en la siguiente entrevista.
1. ¿Qué es la poesía para usted?
Para mí la poesía es el género más excelso, o mejor dicho, el más esencial. Hoy día la poesía está en gran medida constreñida en la horma del poema y del libro de poemas. Pero lo importante es que la poesía está más viva que nunca y transciende los estrechos límites del poema, de ahí que esté presente en los cuentos, en las novelas poemáticas y en cualquier manifestación artística, tales como el cine, la música, la pintura, la fotografía y hasta en la publicidad. Para mí, esencialmente, la poesía es el territorio donde se abona la emoción.
2. ¿Qué temas cree que interesan a un poeta?
Si seguimos la opinión de Pedro Salinas, quien decía: “Estimo en la poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza”, comprenderéis que para que un poema emocione hoy día tiene que tener su verdad, su razón de ser, ser un gajo de biografía viva y no impostada con sentimientos fingidos. Por eso los temas son los de siempre, los que han emocionado al hombre desde sus orígenes, porque la literatura (la poesía, en este caso) es algo así como el archivo sentimental del hombre, y a este le interesa sobre todo la dimensión emocional de la vida, el amor, la soledad, la muerte y todo lo que queda vibrando en los adentros, muy cerca del corazón.
3. ¿Cuáles son sus poetas de referencia?
Cuando era joven leía con fervor a todos los poeta de la Generación del 27, en especial a Luis Cernuda, García Lorca y Vicente Aleixandre. Luego fui frecuentando a Luis Rosales y a José Hierro. Ahora leo de todo, disfruto con los poemas de Eloy Sánchez Rosillo (por su claridad y su tono hímnico y celebratorio), pero también leo a otros poetas más dolientes e intensos como Miguel Sánchez Robles. Pero, insisto, leer poesía es ser poeta un poco, es tener alma de poeta, aunque ese lector no escriba y no publique.
4. ¿Qué presencia tiene la poesía hoy?
La poesía sigue estando presente, no sólo en el poema, sino en otras manifestaciones artísticas no menos importantes. Otra cosa distinta sería reconocer que la hegemonía de la poesía como género se ha derrumbado en detrimento de la narrativa, entre otros. Antaño, es cierto, la presencia de la poesía en la vida cotidiana era considerable: los hombres y mujeres del 27 sabían de memoria los poemas del Romancero gitano, de Lorca. Hoy, hay que reconocerlo, la poesía, como género, tiene menos presencia.
Esta cuestión no es baladí y habría que considerar que la presencia o ausencia de la poesía en la actualidad depende en gran parte del desigual y erróneo trato que se le da en el ámbito educativo. Es cierto que la aparente dificultad que entraña comprender y sentir algunos poemas convierte esta experiencia lectora en algo poco gratificante para muchos jóvenes. Por ello, habría que incluir el estudio de la poesía en los distintos niveles del sistema educativo; habría que reconocer que es importante memorizar poemas; habría que volver a enseñar lo fundamental, es decir, leer y escribir, en vez de ceder ante la tiranía de la memorización de los contenidos conceptuales, pues sólo así podrá desarrollarse entre los jóvenes el valor de la poesía y, en general, de la escritura y la lectura entendidas como habilidades para mejorar su formación.
5. ¿Qué relación puedes establecer entre la poesía y la juventud?
La poesía y la juventud siempre han ido unidas. La intensidad del poema se aviene muy bien con la intensidad de los sentimientos puros de los jóvenes. El descubrimiento del mundo que supone la juventud encuentra acomodo en el descubrimiento creativo que permite el poema. A todo esto hay que añadir la necesidad del esfuerzo y del dominio de la técnica, necesarios para escribir y entender bien la poesía.
6. ¿Cómo ve el futuro de la poesía?
El futuro de la poesía no puede ser cuestionado porque si no la dimensión emocional del hombre quedaría dañada. Hay que pensar en nuevos cauces de difusión de la poesía y en las nuevas tecnologías de la comunicación que indudablemente contribuirán a dar a la palabra poética la atención que merece.

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