sábado, 10 de mayo de 2025

 




                VENIR DESDE TAN LEJOS, Eloy Sánchez Rosillo



El último libro de Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) contiene todos los aciertos y singularidades que han hecho de él uno de los mejores y más admirados poetas actuales, pero quizá se vislumbre una menor variedad temática, en favor de un discurso más reflexivo. Venir desde tan lejos contiene el decir pausado y claro, la pureza de un pensamiento transparente, la serenidad y el equilibrio clásicos, los aciertos en la métrica y el ritmo, y muchas otras cualidades que advierto en el hermoso poema que comparto:


CUANTO HE OLVIDADO


MÁS de una vez, sentado yo a la sombra

de aquella acacia de mis años buenos,

mientras leía un libro o intentaba

los primeros poemas, 

vi caer a mi lado desde el árbol,

dando en el aire giros, casi ingrávida,

la pluma de un gorrión.

No sé por qué me acuerdo de esto ahora,

cuando tanto he olvidado.



Pero el último libro de Eloy Sánchez Rosillo –cuya obra contiene, en su coherente evolución, las mejores muestras de lo que ha ser una poesía elegíaca y también celebratoria– añade ahora la honda emoción de quien siente que, después de todo, el ser humano habrá de enfrentarse a la finitud: “La muerte no se va con el que muere: / alienta entre los vivos y los daña” (p. 30). Y apunta también la posibilidad de que el canto de la poesía pueda un día enmudecer: 


“NADA puede afirmarse con certeza absoluta. 

Y sin embargo intuyo que el libro que ahora escribo 

habrá de ser el último que yo alcancé a decir. […] 

Mi vida ha sido larga, pero que corta ha sido. 

Titubea la luz que antes ardía 

con llamar a hermosa en mi pecho y en mis manos. 

Y en el tiempo apagado que tal vez aún me quede, 

qué será de quien soy si no me asiste al canto”. (p. 105).


Al compartir esta nota privada de mis lecturas, siento hoy la misma emoción que sentí hace treinta años cuando comencé a leer los poemas de Maneras de estar solo, Elegías y Páginas de un diario, unos libros que el autor me regaló cuando mi mundo, por aquel entonces, era una hermosa aventura apenas iniciada. Ahora anoto algunos poemas que me han gustado mucho –“Venir desde tan lejos”, “Bajo el arce”, “Confiado y conforme”, “Formas de los lejano”, “Mucho”, “Vislumbres y retazos de un todo”–,  porque sé que algún día volveré a ellos para encontrarme y para agradecer a Eloy Sánchez Rosillo que los haya escrito y que yo haya podido vivir acompañado por esta poesía tan alta, tan humana, tan bella.





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