“EL AMOR” (Ocnos), LUIS CERNUDA
No
sé muy bien por qué lo hago, pero antes de acostarme entro en mi despacho y miro el lomo de los
libros. Al azar cojo uno, lo hojeo, leo anotaciones que me trasladan a otro
tiempo, a momentos más o menos felices. Y en verdad eso es lo que siento,
felicidad de poder tocarlos, de saber que están ahí, esperando en silencio a
que me vaya despidiendo de ellos lentamente. Este poema en prosa que ahora
comparto estaba subrayado. Debió de gustarme entonces.
“Estaban
al borde del ribazo. Eran tres
chopos jóvenes, el tronco fino, de un gris claro, erguido sobre el fondo pálido
del cielo, y sus hojas blancas y verdes revolando en las ramas delgadas. El
aire y la luz del paisaje realzaban aún más con su serena belleza la de
aquellos tres árboles.
Yo iba con frecuencia a verlos. Me sentaba frente
a ellos, cara al sol de mediodía, y mientras los contemplaba, poco a poco
sentía cómo iba invadiéndome una especie de beatitud. Todo en derredor de ellos quedaba teñido, como si aquel
paisaje fuera un pensamiento, de una tranquila hermosura clásica: la colina donde se erguían, la llanura
que desde allí se divisaba, la hierba, el aire, la luz.
Algún reloj, en la ciudad cercana, daba una
hora. Todo era tan bello, en aquel silencio y soledad, que se me saltaban las
lágrimas de admiración y de ternura. Mi efusion, concretándose en torno a la
clara silueta de los tres chopos, me llevaba hacia ellos. Y como nadie aparecía
por el campo, me acercaba confiado a su tronco y los abrazaba, para estrechar
contra mi pecho un poco de su fresca y verde juventud”.
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