SIN LUGAR SEGURO, José Luis Zerón Huguet
Requiere este poemario una
exégesis más elaborada. Tengo la certeza de que con estas breves palabras
despacho un libro hondo, donde el amor, el anhelo de olvido y la búsqueda de un
espacio nuevo son una huida hacia una comunión muy personal con la naturaleza. José
Luis Zerón nos entrega un libro muy autobiográfico, doliente, sabedor de que
esa vuelta a la Arcadia que supone el regreso a la casa de sus antepasados no
conlleva la sabiduría necesaria para vivir con sosiego,
sencillamente porque “no hay descanso en el reino de la luz”.
Por otro lado, hay una fuerza telúrica en todo lo que nombra y una
expresión elegante que no rehúye las acertadas imágenes siempre referidas a
la naturaleza (los seres diminutos de las charcas, los ciruelos, las amapolas...):
“Oh paisaje, tus cielos son bellos como los ojos de un niño / ilusionado en el
umbral de todas las incertidumbres”. José Luis Zerón nos ofrece un libro intenso
y muy ceñido a su verdad vital, como si fuera un funambulista que quisiera
atravesar una oscuridad solitaria para encontrar, tal vez, una luz no gastada.
LA luz crece al compás de tus
gorjeos, alondra,
hasta se diría que es nueva la
aurora
y cierta esta límpida calma de
tu vuelo.
Cuando te escucho siento como
si por vez primera
fuese a asomar de un océano de
tinieblas
la luz recién creada.
Eso siento cuando te escucho,
alondra,
antes de que mis ojos se
acostumbren a la hostilidad,
antes de que la conformidad y
el asco
hagan del día un sórdido
paisaje.
¿Por qué has de ser tú cruel
embajadora del absurdo?
¿por qué has de contener en tu
vuelo
tantos anhelos y desesperanzas?
Con un nacimiento siempre
antiguo,
el sol emergerá del vertedero
de los días perdidos
y pronto olvidaré tu canto
en la algarabía de las calles;
pero ahora solo quiero preservar
esta calma,
esta paz, presagio de
desamparo,
cuando todavía fulgen algunas
estrellas
y la luna se desliza en las
azoteas.
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