DESPERTAR, Martín López-Vega
La primera luz del día llega tan frágil
que temes por ella, querrías tomarla
en tus manos y llevarla a un lugar seguro,
pero no te atreves a tocarla,
delicada como ese polvillo en las alas de las
mariposas
que de niño te decían: si la tocas, no podrán volar más.
Así que te quedas mirándola, vigilante,
mientras se posa sobre el mundo como un manto
somnoliento y delicado. Tu corazón
ha encontrado una paz tal que podrías pensar
que por fin se ha detenido. Pero no,
sigue su camino, mas con los pies descalzos.
Todas las cosas del mundo despiertan
en el momento cierto, instrumentos
de una orquesta minuciosamente afinada,
y nada presagia una nota discordante.
También tú despiertas
sin conciencia siquiera del despertar,
y la armonía existe por primera vez consciente de ser,
verdadera
armonía.
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