domingo, 1 de mayo de 2022

 

 

               BARTLEBY, EL ESCRIBIENTE,  

               Herman Melville

 

 


 

Hace unos días un amigo me comentó la decepción que le había producido la lectura de  Moby Dick (1815) de Herman Melville, debido fundamentalmente a la profusión de datos referidos al mundo marino y, en concreto, a la captura de las ballenas. A mi amigo el libro se le había hecho pesado, pero había perseverado en su empeño porque recordaba los elogios que una antigua profesora de instituto había dedicado a esa novela de aventuras. Le comenté que eso mismo había sentido yo años atrás e incluso le confesé que me había saltado algunas páginas llenas de minuciosas descripciones. De vuelta a casa, cogí el libro de mi biblioteca y enseguida lo devolví a su lugar en cuanto vi Bartleby, el escribiente (1853). Como disponía de unas horas libres, me dispuse a releerlo, pues era consciente de que no lo había valorado cuando lo leí durante los primeros cursos de la universidad.

Con la reciente lectura de esta obra maestra de la novela corta, he admirado las reflexiones del narrador protagonista en su relación con el copista Bartleby. Narrada en primera persona, y con puntuales apelaciones al lector, se cuentan los pormenores del jefe de un despacho, en el que trabajan amanuense encargados de copiar documentos jurídicos. La llegada de Bartleby supone una alteración de equilibrios y emociones que descolocan a todos, especialmente al protagonista. Bartleby es un personaje extraño y de parcas palabras, que suele repetir –en las contadas ocasiones en que habla­– su frase preferida de “preferiría no hacerlo”. Sin embargo, al dueño el comportamiento de Bartleby le inspira compasión y le mueve a tratarlo humanamente.

A mi juicio, la importancia de esta novela radica en las reflexiones que el protagonista comparte. Es admirable que el jefe se empecine en ser justo y comprensivo, como si fuera consciente de que “el constante roce con mentes mezquinas acaba con las buenas resoluciones de los más generosos”.

Escrita con una prosa elegante, esta novela descubre a un extraño personaje sin pasado y sin futuro, un individuo que anticipa con su comportamiento el absurdo existencial de una vida.

 


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