DE PURO METEORO, Antonio Rómar
Desde hace tiempo conservo la costumbre de comprar el libro de cuentos premiado por el certamen Setenil, una iniciativa que arrancó en 2004 en Molina de Segura (Murcia) para reconocer el mejor libro de cuentos editado cada año. Puedo dar fe de que desde entonces he disfrutado con muchísimos de los títulos que han obtenido esa especie de “Oscar del Relato Breve”. Aclaro que esta costumbre mercantilista no afecta a los restantes géneros, así es que no suelo morder el anzuelo propagandístico de las editoriales, esas minerías de la cultura que no dejan de extraer títulos y más títulos de las entrañas de tantísimos aficionados que sueñan con ser escritores.
En De puro meteoro, de Antonio Rómar (Madrid, 1981), se cuenta la historia mínima de unos personajes por lo general reflexivos; se narra de manera impecable la nada que les sucede; se muestran los anhelos y pérdidas, que, de no ser por la habilidad compositiva del autor para construir atmósferas subyugantes, podrían ser relatos fallidos. El narrador, ya sea en tercera o primera persona, muestra lúcidamente algunos pensamientos: “La soledad de esta mujer es una herida abierta en la historia” (p. 101); “Ahora, cuando no queda nadie con quien pretender ser alguien, es cuando vienen las preguntas” (p. 51). Con un estilo limpio, conciso y rítmico, se insertan escasas y bellas imágenes que corroboran su originalísima manera de escribir.
En “Quien lo probó”, un título que nos recuerda el famoso verso de Lope de Vega, se narra el pensamiento atormentado de un hombre atento al sonido de la puerta de su casa, mientras duda sobre la posibilidad de que su mujer lo haya abandonado para siempre. Reacio a aceptar que se haya marchado, juega a imaginarla silenciosamente por la casa. Siente que el tiempo duele y se pregunta: “¿Dura lo mismo un minuto sin ella que un año a su lado?” (p. 37).
En “Una nueva nieve” se constata el poder de la sugerencia y cómo lo no dicho, lo intuido, confiere sentido al cuento. Una mujer contempla desde la ventana su coche nevado, acostumbra a limpiarlo cada domingo, proyecta viajes, pero al final acepta que la rutina es el mejor viaje interior. Es un ejemplo más del modo en que Antonio Rómar lleva hasta el límite esos nimios sucesos que construyen sus relatos.
En “Tratado sobre la oscuridad creciente” se sigue una técnica similar a “Quien lo probó”, pues conocemos la angustia de una invidente en un metro, su intento de comprender la realidad que le rodea a partir de los sonidos, y su temor ante la intención de ese ser desconocido que se ha sentado a su lado: “Muy pronto el cerebro de Miriam, totalmente concentrado en desentrañar los sonidos del vagón, recibe un suplemento sanguíneo y ordena a las defensas de la fortaleza de su cuerpo que sigan produciendo adrenalina en cantidades de batalla. (…) Se tensan los músculos, se aguza el oído, la lengua se acera y las uñas que se hunden en la piel del bolso adquieren matices de cuchillo (p. 73)”.
Con “Sistema BigMac” (uno de mis cuentos preferidos, que confirma la singular mirada de un narrador atento tanto a los detalles –“el vaso baila hula hop”– como a hondas reflexiones) se cierra un magnífico libro, que demuestra la maestría formal de Antonio Rómar.
Editorial: Aristas Martínez
Título: De puro meteoro
Autora: Antonio Rómar
Primera edición: 2020
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